viernes. 29.03.2024
CERMI
Agustín Huete

Según el autor del estudio ‘Pobreza y Exclusión social de las mujeres con discapacidad en España’, Agustín Huete, “las mujeres con discapacidad aparecen como un colectivo especialmente afectado por la pobreza extrema, con una tasa que triplica la del resto de la población, al mismo tiempo que es un 40% más alta que la de los varones con discapacidad; y en las mujeres con discapacidad mayores de 60 años, es prácticamente el doble que la de los varones de esa misma edad”.

Así lo ha expuesto hoy en el marco de la presentación del estudio durante un desayuno informativo, al que, moderado por el director general de Servimedia, José Manuel González Huesa, ha asistido la directora ejecutiva del CERMI, Pilar Villarino.

Durante su intervención, Huete y Villarino han coincidido en definir a este estudio como “un paso interesante en la apuesta del CERMI por visibilizar las especiales dificultades que la situación de la discapacidad supone para las mujeres”; al mismo tiempo que la directora ejecutiva del CERMI ha aprovechado para reclamar estudios de cómo afecta la crisis a las mujeres con discapacidad.

El estudio, promovido por el CERMI, destaca que las mujeres con discapacidad se encuentran sometidas a múltiples factores desencadenantes de exclusión social, entre ellos la pobreza económica, el acceso al empleo, prestaciones, estudios, relaciones sociales (un tercio reconoce no tener oportunidades para hacer nuevos amigos y un 15% dice no tener amigos) y recursos de apoyo.

En España residen más de un millón y medio de personas con discapacidad en riesgo de pobreza, de las que casi medio millón se encuentran en situación de pobreza extrema, es decir, reciben ingresos anuales inferiores a 3.900 euros (2008).

En este sentido, Agustín Huete ha apuntado que este riesgo de pobreza afecta por igual a mujeres y varones con discapacidad, pero “de manera mucho más clara que respecto a la población general”. “La mitad de la población con discapacidad se encuentra por debajo del umbral de riesgo de pobreza o pobreza relativa”, ha apuntado.

Asimismo, ha señalado que más de 600.000 personas con discapacidad viven solas en sus hogares y esto, ha incidido, evidencia una “clara” situación de desventaja para las mujeres, ya que “más del 40% de éstas viven en hogares en los que se ingresan menos de 500 euros al mes, es decir, hogares en situación de pobreza”.

Además, también ha alertado que la discriminación por género en cuanto a salarios “es muy evidente” para todas las mujeres, “incluidas las que se encuentran en situación de discapacidad”. “Las mujeres con discapacidad cobran como término medio salarios ligeramente inferiores a las mujeres sin discapacidad, pero sensiblemente inferiores a los varones”, ha añadido.

Otra de las denuncias que ha expuesto es que las mujeres con discapacidad intelectual “son el grupo más afectado por la escasez de ingresos, oportunidades laborales y acceso a prestaciones” y el “más olvidado”.

Según el estudio, la población con discapacidad en España se encuentra en su mayoría expuesta al riesgo de pobreza cuando carece de actividad laboral, incluso aún contando con prestaciones. “Dos tercios de las mujeres en edad laboral se encuentran en situación inactiva, es decir, fuera del mercado laboral, en un contexto en el que el empleo resulta el principal factor de protección contra la pobreza y la exclusión social”, ha añadido.  Y, en este contexto, ha continuado, “el 47% de las mujeres con discapacidad que no trabajan, carece además de ingresos por prestaciones”.

En materia de educación, el estudio sostiene que, a pesar de que en los niveles educativos de la población con discapacidad persisten diferencias significativas con respecto a la población general, la educación “es un terreno en el que las mujeres con discapacidad están teniendo éxito en cuanto a igualdad de oportunidades, respecto a los varones con discapacidad”.

Por otra parte, Agustín Huete ha subrayado que los hogares, fuente principal de apoyo para las mujeres con discapacidad, presentan también importantes espacios de discriminación hacia las mujeres, ya que son quienes se ocupan fundamentalmente de la prestación de apoyos; al mismo tiempo que ha asegurado que las diferencias en los indicadores de exclusión social entre mujeres con y sin discapacidad “son inferiores a las diferencias entre varones con y sin discapacidad”.

Por último, Agustín Huete ha planteado una serie de propuestas para reducir la pobreza y la exclusión de las mujeres con discapacidad, como asegurar el cumplimiento de la Convención de la ONU en relación a sus derechos; fortalecer la inclusión laboral a través de medidas específicas; atender la situación de mujeres mayores con discapacidad que presentan generalmente situaciones de extrema pobreza; o promover el empoderamiento, especialmente en el acceso a espacios de participación ciudadana.

También ha propuesto impulsar medidas especiales relacionadas con pobreza y exclusión social en el II Plan de Acción de Mujeres con Discapacidad 2013-2016 del CERMI; realizar estudios específicos sobre pobreza y exclusión de mujeres con discapacidad en diferentes contextos; promover la renovación y actualización de las fuentes estadísticas sobre discapacidad; y considerar la discapacidad en aquellas fuentes estadísticas relacionadas con la medición de la calidad de vida y/o exclusión social.

“La discapacidad no es un fenómeno individual, es un fenómeno social. Por eso hay que incidir en medidas que afecten al ámbito privado”, ha aseverado.

Más de 600.000 personas con discapacidad viven solas en sus hogares