viernes. 19.04.2024
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Manifestación de los trabajadores de Elcogas: Foto: Prudencio Morales.

Asistimos a un momento de agudo sufrimiento y preocupación de todas aquellas personas que encuentran en el trabajo el vehículo de acceso a determinados bienes con los que satisfacer sus necesidades básicas. Nuestra cotidianidad más reciente aparece conformada por el insoportable nivel de desempleo y por unas condiciones de trabajo y de vida que distan mucho de consentir una existencia digna a la gran mayoría social.

La respuesta consolidada en el tiempo, seis años después de la irrupción de la crisis económica, resulta ser el desdén camuflado de cierta cientificidad económica: devaluación interna, reducción del déficit público, competitividad exterior, etc. El discurso político imperante acepta y justifica, por tanto,el sufrimiento y el padecimiento de las mayorías sociales como condición indispensable para una quimérica recuperación económica. O lo que es lo mismo, el desempleo, el empobrecimiento o las desigualdades socioeconómicas constituyen, para cierto pensamiento político, buenos augurios de la recuperación de un determinado tipo de economía y de desarrollo que coincide plenamente con el tipo de economía que nos ha conducido hasta aquí.

Esta es la situación que atraviesan los trabajadores de Elcogas en Puertollano, que de materializarse el peor de los escenarios, el cierre de la Central, podría producir hondas repercusiones socioeconómicas en la comarca y en la propia provincia de Ciudad Real. El origen del actual conflicto de Elcogas en Puertollano hay que situarlo, a grandes rasgos, en la política energética desarrollada desde 1999 por los gobernantes del PP –y no solo-, basada en la privatización del sector y en la consolidación de éste como oligopolio. Los resultados obtenidos hasta ahora arrojan un fuerte contraste. Por un lado, el enriquecimiento de las grandes compañías eléctricas, que han visto multiplicar exponencialmente sus beneficios en un contexto de fingida competencia y, por otro, las tragedias sociales que comprenden desde el fenómeno denominado como pobreza energética hasta la pérdida, en el caso de Elcogas, de aproximadamente 300 puestos de trabajo. Esto es, el empobrecimiento generalizado de la mayoría social.

El conflicto de Elcogas en Puertollano debería ser entendido, en términos generales, como una oportunidad para el debate político sobre el futuro económico, del empleo y de las relaciones laborales. En definitiva, para el debate del cacareado cambio de modelo productivo que nunca parece ocupar un lugar concreto en la agenda política. Nótese que la experiencia empresarial desarrollada en Elcogas resulta interesante a estos efectos desde el momento en que acogió desde sus inicios dos principios que suelen brillar por su ausencia en la iniciativa del empresariado español: la inversión en investigación y la preocupación por una producción sostenible desde el punto de vista medioambiental.

Sin embargo, como se sabe, el Gobierno de Castilla-La Mancha, también el del Reino de España, lejos de interrogarse sobre las implicaciones del cierre de una iniciativa empresarial como la de Elcogas y, por tanto, promover un debate serio al respecto, apuesta por la mordaza informativa y por la represión de los derechos de manifestación y huelga, como lo indica la indignación expresada por los trabajadores de Castilla-La Mancha Televisión ante el apagón informativo de las masivas movilizaciones vividas en Puertollano durante los meses de junio y julio. La sinrazón de los gobiernos autonómico y nacional llega a extremos tales como la de contrariar determinadas iniciativas europeas como el plan de reindustrialización que se pretende poner en marcha tomando como horizonte el año 2020, desaprovechando así las ayudas que en este sentido se han dispuesto desde la Unión Europea.   

Frente al modus operandi político cada vez más extendido, de una intensa violencia del poder público contra sus propios administrados, se encuentran por el contrario, como en el caso de Puertollano, ejemplos esperanzadores de cómo llevar a cabo otra política. Política que parte del entendimiento de que han de ser el debate público y el consenso los pilares sobre los que repose cualquier decisión que afecte a los intereses sociales y económicos de la mayoría. Esta forma de hacer política se está materializando a través de una simbiosis, no siempre perfecta, entre los intereses de los trabajadores (lugar de trabajo) y aquellos otros que con carácter general atañen a la ciudadanía (el territorio).

Las movilizaciones que han tenido lugar en Puertollano para impedir el cierre de Elcogas han obtenido ya como resultado positivo la convicción de esa gran mayoría social de que esta otra política, así como su articulación material, es la única vía para afrontar el presente y el futuro de los trabajadores de Elcogas y de Puertollano… Y no solo.


Por Francisco Trillo | Profesor de Derecho del trabajo de la UCLM

Reflexiones a propósito del conflicto de Elcogas en Puertollano