jueves. 28.03.2024
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La responsabilidad social se basa en el análisis de la información de y sobre las empresas, su información financiera y no financiera, su información sobre sus Consejos de Administración y Juntas de Accionistas y en la información de contraste que den los llamados ‘grupos de interés

Diré algo que pude parecer radical: la responsabilidad social de las empresas no depende ya de la voluntad de estas de informar o no sobre sus impactos sobre la sociedad, el medio ambiente y las generaciones futuras. La responsabilidad social de las empresas no depende de lo que opine un grupo de tertulianos, las escuelas de negocios o un ‘gurú’ de Harvard (véase la correspondiente escena de ‘Inside Job’). Tenemos una nueva definición, y hemos aprendido mucho sobre la crisis. Nada será igual

La responsabilidad social se basa en el análisis de la información de y sobre las empresas, su información financiera y no financiera, su información sobre sus Consejos de Administración y Juntas de Accionistas (el futuro del planeta se juega ahí, en las de las grandes corporaciones con más poder que muchos países) y en la información de contraste que den los llamados ‘grupos de interés’. Las empresas deberían facilitar esa evaluación ofreciendo información correcta en sus memorias de sosteniblidad.

Deberían hacerlo, pero de todas maneras las empresas van a ser evaluadas considerando muchas de las cuestiones que se consideran ‘tabú’ y que tienen que ver con el origen de la actual crisis. Vamos a evaluar la responsabilidad fiscal de las empresas (se quiere obviar el tema de los impuestos en la RSE), su aportación al empleo (de calidad, o al menos, al Trabajo Decente. Y en toda su cadena productiva), su equidad (cómo no vamos a hablar de retribuciones, sobre todo de las de las cúpulas de las empresas), sus impactos en la educación, su relación con sus riesgos sectoriales…(La RSE estará basada en el análisis de la información financiera y no financiera de las empresas. La transparencia, obligatoria)

Y por supuesto que va a funcionar. Ya sabemos qué tipo de ‘rse’ no funciona. Siempre digo que desde Enron no hemos aprendido nada (‘Contra la estupidez, los propios dioses están solos’). Pero la crisis actual ha colmado (desbordado) el vaso. Tenemos ya una considerable cantidad de Memorias de RSE de empresas que han (¿fallado? ¿fracasado?…respecto a informar sobre sus impactos sociales y medioambientales). Sé muy bien de qué hablo. Pertenezco al sector financiero. En España, las empresas de este sector han sido las que han apostado con más fuerza por elaborar memorias de RSE.

Las memorias de estas empresas son una fuente valiosísima para contestar a una pregunta que hago continuamente en todas las sesiones de nuestro Consejo Estatal de RSE: ¿Qué ha fallado?

Qué ha fallado en las memorias de Caja Mediterráneo, Caja Castilla la Mancha, Caixa Catalunya, las de NovaCaixaGalicia…Bankia!!! Todas ellas elaboraban memorias de RSE. Algunas desde hace más de una década. Y a nivel internacional, el panorama es peor aun: los activos tóxicos, de todo tipo. El sobreendeudamiento, las retribuciones ‘socialmente repugnantes’, y su falta de conexión con los resultados y con el futuro incluso de las propias empresas: los incentivos perversos. Y no sólo en el sector financiero (no puedo dejar de mencionar a News Corps, la empresa de Murdoch , con un ‘código de conducta’ ejemplar. De nuevo igual que Enron. Su contribución a `mala educación’ y a la corrupción social ha sido…ejemplar. Todo un ejemplo de un sistema peligrosamente inclinado hacia una competetividad irresponsable).

Y mientras todo esto fallaba, nos vendían acción social (o alguna variante sofisticada) como sucedáneo de responsabilidad. ‘¿Inversión responsable, aplicar criterios ESG a las inversiones y participadas? ¡Pero si ya tenemos la Obra social!’). Y no sólo en las cajas. (Si, hay excepciones e importantes iniciativas, a veces realizadas de forma casi heroica)

(Antes de seguir adelante quiero hacer un reconocimiento a todas las personas que desde las empresas han querido hacer, y quieren hacer las cosas de otra manera. Son personas que están en los departamentos de RSE o incluso en los Consejos de Administración, en los de recursos humanos. Pueden estar en cualquier parte. Es difícil trabajar para la RSE desde un sindicato, dado el contexto de crisis absoluta de confianza global en la que nos movemos, pero hay que reconocer que las personas que trabajan por una verdadera sostenibilidad en las empresas también lo tienen muy difícil. También en los medios de comunicación, o entre los mismos ‘gurús’ y tertulianos que citaba anteriormente. Pero por favor: dejen de enredar)

Anticipé ahí que hablaría de las causas por las que la RSE no ha funcionado. Cito las que creo más importantes:

- Una gran indefinición conceptual (que puede solucionarse en parte mediante la redefinición aclaratoria que hace la ISO26000 y que ha sido la que ha adoptado la nueva Comunicación de la UE). ¡El fin del abuso de la voluntariedad! RSE: impactos de las empresas en la sociedad y el medio ambiente. Y basada en el cumplimiento de la Ley (y del espíritu de la ley) y de los convenios colectivos. Por favor, dejen de citar la vieja definición del Libro Verde de la UE (‘La RSE es la contribución voluntaria (?) de las empresas…’ blablabla….) Sirvió en su día para abrir el debate, pero 12 años de debate es demasiado. Dejo pendiente hacer una cronología de la definción.

- El problema de la relación con los grupos de interés (a los que afectan los impactos), su determinación, y su representatividad. Y también por supuesto, los procesos de diálogo. (Próximo artículo: ¿Grupos de interés o ‘grupos que me interesan’? ¿Quién representa a los grupos de interés?

- La influencia de algunas empresas, fundaciones, escuelas de negocios, consultoras, auditoras, grupos mediáticos, políticos, agencias de… en los organismos de regulación y control, en las legislaciones y normas, y por supuesto, en los propios procesos de RSE. El permanente conflicto de interés.

- Por no haber tenido en cuenta importantes documentos críticos con el proceso. A pesar de ser documentos también constructivos, y de consenso, no ha sido suficientemente difundidos. Cito algunos (ampliaré también esto en otro artículo):

• La Declaración de Amsterdam. De propio GRI (Su consejo de administración)

• Documento conjunto de GRI-CES-ECCJ (GRI, los Sindicatos Europeos y la Sociedad Civil Organizada)

• Informe Howitt (Parlamento Europeo 2006). Fue la respuesta del Parlamento a la anterior comunicación de la Unión Europea. (Nunca agradeceremos lo suficiente a Richard Howitt, y a la Coalición Europea por la Justicia Corporativa (ECCJ) el trabajo realizado)

• Mucho más reciente, el informe de la Unidad de Inspección de Naciones Unidas sobre el Pacto Mundial

• Varios más. Por ejemplo, la comunicación del Consejo Económico y Social Europeo sobre la definición y evaluación de la RSE

- Por no considerar lo suficiente los análisis críticos que se han elaborado por parte de la organizaciones representativas de la sociedad civil o representantes de grupos de interés. Precisamente esta semana se presenta el VIII informe del Observatorio de la RSC

- Y por último (¿por último?), también por causas que tienen que ver con la naturaleza humana (ah! pienso que también las empresas pueden modificar incluso la ‘naturaleza humana’. Es ‘La pesadilla de Darwin’. Lo dejo para otro artículo. Lo titularé La RSE y los 7 pecados capitales

Las empresas, como las personas, son capaces de lo peor, y de lo mejor. Pero nos encontramos en este momento en una situación de la historia extremadamente peligrosa: caminamos hacia la insostenibilidad social. Lo expresa muy bien esta cita contenida en uno de los documentos del proceso Subcomisión de Naciones Unidas sobre empresas y Derechos Humanos (John Ruggie): ‘…Sin embargo, hay un requisito esencial que se suele no tener en cuenta, es decir la necesidad de reducir los daños individuales y sociales impuestos por los mercados. La historia demuestra que sin un respaldo institucional adecuado los mercados no producirán enteramente los beneficios esperados e incluso podrán volverse socialmente insostenibles.’ La inclusión de criterios sociales, medioambientales y de buen gobierno, en todo el sistema (público, privado) y en toda la cadena productiva y de inversiones, es lo único que puede impedirlo. Y muchos estamos decididos a hacerlo. A ver si de una vez unimos voluntades.

¿Por qué no funciona la RSE? Y debería funcionar. Debe funcionar. Va a funcionar