jueves. 28.03.2024

La actitud de Ana Botella en relación a este conflicto es además de vergonzosa, intolerable

Se cumple ya más de una semana de huelga de la limpieza viaria y jardinería en Madrid. No se sabe cuándo va a finalizar, ya que las posibilidades de acuerdo están todavía lejanas.

Las razones de la misma son simples: se quiere despedir a 1.144  (un 20%) de los 6.000 trabajadores de plantilla –ya se despidieron 350 este verano y otros 1.000 el pasado año- y reducir los salarios, después de lo ya reducido a lo largo de 2010 y 2011, no solo en más de un 10 por ciento, sino en pérdidas de multitud de derechos consolidados del Convenio. El salario medio de estos trabajadores no alcanza los 1.000 euros mensuales.

¿Porque se quiere despedir a estos mil y pico trabajadores y reducirles el sueldo y sus derechos al resto?: Muy sencillo. Por un lado el Ayuntamiento de Madrid sacó a concurso la nueva concesión de la limpieza viaria y jardinería reduciendo la cantidad que anteriormente pagaba en más de un 20 por ciento (ya había rebajado anteriormente otro 20%) y las empresas, pese a ello, participan en el concurso rebajando un 16% sobre la cantidad inicial del pliego. Evidente: el conflicto laboral y social estaba servido. Las empresas saben que los servicios que han obtenido son totalmente deficitarios, por lo que intentan trasladar a las costillas de los trabajadores el mismo, por la vía de despidos y de reducción de las condiciones de trabajo, incluidos los salarios.

Ante esta situación ¿qué tienen que hacer los trabajadores y sus sindicatos de clase? ¿Callarse y aceptar las condiciones que las empresas y el Ayuntamiento quiere imponerles? O por el contrario ¿intentar oponerse y defender el empleo y las exiguas condiciones de trabajo que tienen? Para cualquier persona sensata está claro: defender su empleo y sus salarios. Lo contrario sería una irresponsabilidad.

Me consta que los sindicatos han estado y están intentado negociar hasta la saciedad, pero las empresas, con la pasividad y connivencia del Ayuntamiento de Ana Botella, no han cejado en sus planteamientos: trasladar a los trabajadores el déficit de la concesión, por lo que éstos no han tenido otra salida que negarse a aceptarlo y convocar la huelga.

Ellos, los trabajadores, y los sindicatos convocantes saben lo delicado que es una huelga de estas características, de las incomodidades que ocasionan a los ciudadanos, y de las críticas que pueden recibir, pero no les han dejado otra salida que la de pelear por su empleo y por su pan. Por eso necesitan hoy más que nunca el apoyo y la solidaridad de los madrileños y de los que no somos de allí.

Los responsables de todo lo que está pasando con esta huelga, la tienen tanto su Ayuntamiento, con su Alcaldesa, Ana Botella, a la cabeza, por reducir el pliego en las cantidades que lo ha hecho, como las empresas concesionarias, que al aceptar la concesión en esas condiciones económicas eran conscientes -se les advirtió previamente por lo sindicatos- del conflicto en el que se estaban metiendo no solo ellas, sino a los trabajadores y a los ciudadanos de Madrid.

Que se le vaya a todo el mundo de la cabeza, el conflicto no se va a solucionar ni con policías, ni con represión, ni con detenciones, ni con provocaciones y mucho menos demonizando a los trabajadores y a los sindicatos, como están intentando hacer desde el Ayuntamiento, al hablar de violencia y de piquetes en lugar de propuestas y soluciones. Para violencia la suya al intentar mandar al paro y al hambre a otros mil trabajadores más.

Este conflicto empezará a tener visos de solución cuando el Ayuntamiento sepa y entienda que con estas cosas tan delicadas, como es el empleo y el pan de los trabajadores, no se puede jugar y que en sus manos, exclusivamente en sus manos, está la solución, anunciando, por ejemplo, la retirada del ERE y sentándose a negociar propuestas serias. La actitud de Ana Botella en relación a este conflicto es además de vergonzosa, intolerable: lo provoca, y ahora quiere dejarlo pudrir, cuando la que de verdad apesta es ella.

No quisiera terminar sin una reflexión, que está en el corazón mismo de este conflicto, de otros muchos que ya ha habido y de los que están a la puerta de iniciarse.

Me explico. Desde que el PP está gobernando la mayoría de Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales, Gobiernos Autónomos y Gobierno de este país, entre otros muchos de los recortes que ha venido acordando e imponiendo, ha habido uno muy agresivo, aplicado con saña diría yo, contra todos los servicios públicos ya externalizados o privatizados de dichas Administraciones y que afectan a miles y miles de trabajadores y trabajadoras –limpieza viaria, recogida de basura, jardines, limpieza de edificios públicos, ayuda a domicilio, vigilancia, mantenimiento, et.-, y que han consistido en lo mismo que ha hecho el Ayuntamiento de Madrid: reducir en estos dos años las condiciones económicas de las diferentes concesiones de servicios en más de un 30 por ciento de promedio, que las empresas han admitido a pies juntillas e inmediatamente han intentado trasladar a los trabajadores vía despidos y reducciones de sus condiciones de trabajo, importándoles un bledo que tales reducciones afectaran negativamente a los diferentes servicios.

Es por tanto un conflicto mucho más amplio. El mismo está teniendo su expresión más clara en Madrid, pero que si los diferentes Gobiernos del PP no terminan de una vez con esa política de recortes y ajustes sobre los servicios ya privatizados y las empresas no se niegan a participar de esta política, va a seguir abierto en muchos más lugares y servicios que seguiremos sufriendo los trabajadores afectados y la mayoría de los ciudadanos.

Una huelga no solo justa sino necesaria