jueves. 28.03.2024
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Ejecución de Maximilien Robespierre el 10 de termidor del año II (28 de julio de 1794)

El Terror Blanco comenzaría con la ejecución de Robespierre y de sus más allegados. Al día siguiente, la Convención ordenó una detención en masa de jacobinos entre los miembros y empleados de la Comuna de París. Se condenó a muerte sin juicio a 71 personas, que fueron guillotinadas

El Terror ha sido un arma política muy empleada en la historia contemporánea. Su origen estaría en la Revolución francesa. Muchas de las características que luego veremos en el siglo XX ya se pusieron en marcha en aquel momento. En este artículo estudiaremos el Terror Blanco, mucho menos conocido que el desarrollado por los jacobinos.

El Terror Blanco se dio con la reacción termidoriana, que nació con el golpe en la Convención en el mes de julio de 1794. Se ha discutido si este cambio fue contrarrevolucionario pero, en realidad, no podemos definirlo así. Fue una reacción contra el poder de la pequeña burguesía representada por los jacobinos. Primero eliminaron a sus protagonistas principales, pero posteriormente también a otros jacobinos. Se abolió la legislación de intervención del Estado en la economía como el maximun, para establecer el pleno liberalismo económico que propugnaba la alta burguesía de fabricantes, comerciantes y terratenientes, que fueron los protagonistas del cambio político. Posteriormente se desmontó el sistema político revolucionario diseñado por la Constitución del año 1793 para sustituirlo por un nuevo régimen más moderado con un nuevo texto constitucional. Por un tiempo se conservaron algunas instituciones del Terror, como los comités de vigilancia revolucionaria o el Tribunal revolucionario, sin el contenido ideológico jacobino pero para seguir utilizándolas como instrumentos de control político de la nueva situación.


Robespierre

El Terror Blanco comenzaría con la ejecución de Robespierre y de sus más allegados. Al día siguiente, la Convención ordenó una detención en masa de jacobinos entre los miembros y empleados de la Comuna de París. Se condenó a muerte sin juicio a 71 personas, que fueron guillotinadas, sucediéndose más ejecuciones durante ese primer verano de Termidor. En ese momento un sector de los liberados de las cárceles se destacó por reclamar que las antiguas autoridades jacobinas que habían ejercido el Terror fueran perseguidas.

Entre ellos se destacó el denominado grupo de la “juventud dorada”, curiosamente dirigido por un converso de la causa, Fréron. El grupo, bastante numeroso, ejerció el matonismo atacando a los jacobinos y emprendiendo acciones contra la oposición política. Asaltaron el club de los jacobinos en el mes de noviembre, provocando que la Convención lo cerrara al considerarlo una amenaza para el orden público, aunque los disturbios los habían provocado estos jóvenes matones. Así pues, la reacción termidoriana completó una política de limpieza de jacobinos en la Convención, la administración, y los clubes y sociedades, y que se realizó hasta el año 1795. También se enfrentó contra los sans-culottes, que en la primavera de 1795 se levantaron. Fueron reprimidos duramente durante los días 21 y 22 de mayo, siendo la última insurrección popular en París del período revolucionario. Habría que esperar a la Revolución de 1830 para volver a ver levantarse al pueblo parisino.

En ese mismo año de 1795 se desató el Terror Blanco fuera de París. Fue una persecución llena de asesinatos, especialmente intensa en el sudeste, en Aviñón Marsella, Lyon, Tolón y Nimes, con grandes matanzas en las cárceles. La razón de esta saña debe encontrarse en que el Terror anterior se había cebado en esta zona. El asalto de la prisión de Marsella el día 5 de junio fue un hecho especialmente sanguinario, ya que fueron asesinados un centenar de jacobinos y sus cadáveres fueron mutilados.

Al calor de esta sangre resurgió el realismo, muy maltrecho por la presión anterior, desarrollándose un clima de delaciones, venganzas y represalias de tipo personal o en relación con disputas políticas locales, desbordándose los objetivos marcados por la Convención termidoriana.

El Terror Blanco  puede ser calificado de una estrategia de venganza u ofensiva de la alta burguesía y de no pocos realistas. Aunque hubo casos espontáneos fue, en realidad, planificado o, más bien, organizado. En este sentido, destacaron las denominadas Compañías de Jesús o del Sol. Estaban formadas por miembros de la alta burguesía y/o nobleza locales. Se dedicaban a perseguir y asesinar a los jacobinos o filojacobinos de sus lugares y que se habían desempeñados cargos y responsabilidades. No bastaba con haber tomado el poder, había que eliminar a sus protagonistas en cada localidad.

Es evidente que el terror protagonizado por los termidorianos pudo dar alas a los contrarrevolucionarios, como hemos apuntado antes con el resurgimiento del realismo. Algunos de sus protagonistas aprovecharon este clima para emprender sus propias acciones, especialmente cuando se supo en el mes de junio que el delfín había fallecido y el duque de Provenza, el futuro Luis XVIII, se proclamó sucesor de la Corona. Pero, en realidad, los termidorianos no buscaban el retorno a una monarquía que presentó un programa de vuelta al Antiguo Régimen, sino moderar la Revolución y el Terror blanco fue uno de sus instrumentos.

Posteriormente, el Terror Blanco tuvo otro período de protagonismo al caer el emperador Napoleón. En los inicios de la Restauración grupos de monárquicos emprendieron acciones en las que asesinaron a bonapartistas, jacobinos y antiguos revolucionarios, con la complicidad de las autoridades que, por su parte, emprendieron acciones de represalias, como depuraciones en todas las esferas de la administración.

El Terror Blanco en la Revolución Francesa