viernes. 10.05.2024

@Montagut5 | Los carbonarios (carbonari, en italiano) eran los miembros de una sociedad secreta, la Carbonería, que se fundó en Nápoles a principios del siglo XIX en el tiempo de la ocupación napoleónica. Sus ideales combinaban el liberalismo con el nacionalismo. Su modelo de organización y sus procedimientos conspirativos e insurreccionales marcaron los inicios de los procesos revolucionarios liberales en Italia hasta 1830. También hubo carbonarios en Francia (Charbonnerie), en Portugal (Carbonária) y en España, gracias a los italianos emigrados o exiliados. Para el caso español existe una obra muy curiosa de Vicente de la Fuente que, en 1870, publicó una Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en España, donde dedica un capítulo a los carbonarios en España, pero desde una perspectiva claramente crítica.

Los carbonarios comenzaron siendo contrarios a la política seguida por Murat, pero cuando terminó la ocupación francesa se enfrentaron a la Monarquía de Fernando I de las Dos Sicilias, que había repuesto, en plena época de la Restauración, el absolutismo. Fue un momento de crecimiento de la Carbonería, ya que recogió el malestar de la burguesía urbana del reino ante la política real favorecedora de los intereses de la nobleza terrateniente.

Sus procedimientos conspirativos e insurreccionales marcaron los inicios de los procesos revolucionarios liberales en Italia hasta 1830

Los carbonarios se extendieron, también, por el norte de Italia, especialmente en la Lombardía y la Emilia-Romagna, al conseguir el apoyo de Filippo Buonarroti que, sin ser carbonario, se identificaba con sus ideas.

Después del Congreso de Viena (1815) los carbonarios abrazaron con fuerza, además de las ideas liberales, un marcado nacionalismo italiano, especialmente contra el dominio austriaco. De todas las formas, no hubo unanimidad en el seno de la Carbonería sobre el sistema concreto de gobierno que se quería en Italia, aunque se partiera del liberalismo.

En 1820, la Carbonería tuvo un destacado protagonismo en la Revolución napolitana de ese año. La influencia del ejemplo de sublevación liberal de Riego en España fue evidente. Michele Morelli y Giussppe Silvati, dos oficiales, y el general Gugliemo Pepe marcharon, a principios de julio, desde Nola hacia Nápoles, al frente de varios regimientos de caballería. El rey Fernando I aceptó conceder una constitución y el establecimiento de un parlamento, como había hecho Fernando VII en España. El éxito alentó a los carbonarios piamonteses. En marzo de 1821 consiguieron el establecimiento de un sistema constitucional en Turín.

El sistema de la Restauración no iba a dejar que en el sur de Europa -España, Portugal y parte de Italia- triunfasen sistemas políticos liberales. En febrero de 1821, un ejército derrotó a los insurrectos napolitanos. En el norte, el rey Carlos Alberto de Saboya pidió la intervención de Austria. En el mes de abril un ejército austriaco derrotó a los insurrectos piamonteses. A continuación, se desató la represión contra los carbonarios.

Los carbonarios abrazaron con fuerza, además de las ideas liberales, un marcado nacionalismo italiano, especialmente contra el dominio austriaco

Placa conmemorativa del ajusticiamiento de los carbonarios Angelo Targhini y Leonida Montanari (Piazza del Popolo, Roma, 1825). Imagen tomada de Wikipedia. Pincha para ampliar la imagen

Pero los carbonarios siguieron conspirando por la causa liberal y nacionalista. Hubo carbonarios en la Revolución de 1830 en París. Los carbonarios italianos se levantaron en Módena y los Estados Pontificios. En esta ciudad, Ciro Menotti tomó la iniciativa, pero fracasó por la traición del duque Fernando IV de Módena. Menotti fue condenado a muerte. Por su parte, en los Estados Pontificios la revuelta se extendió en febrero de 1831 por Bolonia, Reggio Emilia, Imola, Faenza, Ancona, Ferrara y Parma, con un claro protagonismo de los carbonarios. Se estableció un gobierno provisional bajo la bandera tricolor, pero el cuerpo de la milicia que marchó hacia Roma fue aniquilado por las tropas austriacas llamadas por Gregorio XVI.

En el seno de la Carbonería comenzaron a ganar peso los que comprendieron que solos no podían imponerse a Austria, la gran enemiga. La estrategia para conseguir sus objetivos debía cambiar. Mazzini decidió crear otra organización, la “Joven Italia”, en la que ingresaron muchos antiguos carbonarios. La Carbonería siguió existiendo, pero sin casi actividad, hasta su final en 1848.

El origen social de los carbonarios se encontraba en la burguesía, aunque también hubo nobles entre sus miembros. Algunos importantes personajes italianos del momento fueron carbonarios o estuvieron cerca de los mismos: Silvio Pellico, Antonio Panizzi, Giuseppe Mazzini, etc.

Pero, quizás para los masones parece más interesante analizar la Carbonería en sí, después de haber comprobado su importancia histórica.

La Carbonería adoptó muchos de los procedimientos y ritos masónicos

Así como la Masonería se basa en los símbolos de la construcción, los carbonarios lo hicieron en los del gremio de carboneros, es decir de los que preparaban el carbón y lo vendían. La Carbonería adoptó muchos de los procedimientos y ritos masónicos. En relación con los miembros, estaban los aprendices que, con el tiempo se convertían en maestros, aunque nunca antes de seis meses. Había juramentos de fidelidad y todo bajo el más estricto secreto, que si se vulneraba se pagaba con la vida. Para identificarse usaban un lenguaje de signos secretos en los apretones de manos. También había signos relacionados con la jerarquía: los maestros llevaban un hacha y los aprendices un haz de leña en la solapa.

Como toda sociedad secreta, la Carbonería tenía una organización jerárquica muy bien definida. Las células o núcleos básicos eran los barracones o barracas (baracca, en italiano), que se agrupaban en las ventas (vendita), aglomeraciones más grandes, y éstas dependían, a su vez, de las ventas madre y de las altas ventas. Por otro lado, había un sector o logia civil, dedicada a labores de propaganda política y otra logia militar, destinada a fomentar acciones armadas e insurrecciones.

Como toda sociedad secreta, la Carbonería tenía una organización jerárquica muy bien definida. Las células o núcleos básicos eran los barracones 

En nuestras investigaciones nos hemos topamos con un trabajo publicado en La Revista Blanca en noviembre de 1923, en su sección de “Curiosidades históricas y científicas”, firmado por “El Bachiller de Salamanca”, que nos ha interesado porque trata aspectos organizativos, que pudieran tener alguna connotación masónica, a pesar de que no se puede confundir la Carbonería con la Masonería, ni por sus fines, objetivos, ya que poseen naturalezas distintas, por mucho que empleen símbolos y puedan desarrollarse en ámbitos secretos, aunque hoy en día la Masonería prefiera hablar de discreción más que de secretismo. En todo caso, nos aventuramos con algunas comparaciones entre ambas en los ámbitos simbólicos y organizativos.

Averiguamos que el lenguaje simbólico de los carbonarios contaba con expresiones propias de sus fines. Así pues, “limpiar la selva de lobos” equivalía a limpiar la patria de extranjeros y déspotas, es decir, se aunaba la lucha nacionalista con la liberal. El “carbón” era el símbolo fundamental, lógicamente de la Carbonería. El carbón purificaría el aire, y cuando ardía en las habitaciones alejaba de la misma a las bestias feroces. La riqueza simbólica de la Masonería, en contraposición, es casi infinita. Los carbonarios se reunían en “chozas” o “barracas”, frente a los templos masónicos. Debemos interpretar que los carbonarios se reunían en esas chozas como los carboneros lo hacían en chozas o cabañas en medio de los bosques, ya que trabajaban con el carbón vegetal. Precisamente, la “selva” o el “bosque” eran los alrededores de las chozas o barracas. Las reuniones en sí de los carbonarios eran las “ventas”, frente a las tenidas masónicas, aunque este concepto de venta casa más, a nuestro entender, con el de logia masónica, por lo que veremos de la organización de los carbonarios franceses. Un grupo de chozas formaba una república.

La Carbonería francesa comprendía “círculos” o “ventas” de cuatro clases:

- Particulares de veinte “primos”. En Masonería los miembros son hermanos. Cada venta particular tenía un presidente, un secretario y un diputado. En Masonería, en cambio, los oficios son más numerosos y complejos.

- Los diputados de veinte ventas particulares formaban una venta central, que tenía también su diputado, único primo que estaba en relación directa con la venta superior, que a su vez nombraba también un delegado que la representase en la venta suprema. Este sistema no coincide con la organización de logias y talleres masónicos, que se aglutinan en una determinada Obediencia.

El “carbón” era el símbolo de la Carbonería. El carbón purificaría el aire, y cuando ardía en las habitaciones alejaba de la misma a las bestias feroces

Estas diferencias que observamos organizativas tienen que ver, a nuestro juicio, precisamente, con los distintos fines y naturalezas de ambas organizaciones, como ya avisábamos más arriba. La Carbonería tendría una estructura clandestina para la lucha, necesitando menos oficios, así como, configurar un sistema fiable de relación entre sus componentes, precisamente por su carácter combativo, algo muy distinto a lo que se hacía y se hace en Masonería, un trabajo intelectual simbólico de perfeccionamiento personal, aunque con repercusión externa. Por fin, las ventas tenían nombre, como las logias masónicas tienen los suyos. En el París de la segunda década de principios del siglo XIX pudo haber cientos de ventas, con nombres como Washington, Victoriosa, Belisario, Sincera o Amigos de la Verdad.

En la Carbonería se pagaba con la muerte la traición. Había un juramento, acto que compartía con la Masonería, aunque de naturaleza distinta, para el iniciado. El juramento carbonario imponía la obligación de no conocer a los individuos de las demás ventas, algo que no se produce en la Masonería, donde, aunque no se puede desvelar a profanos quienes son masones, si se mantiene una estrecha relación con hermanos de otras logias, tanto de la propia Obediencia como con otras con las que hubiere establecidas relaciones, visitándose en tenidas y participando en actos conjuntos. Pero el carbonario era un luchador o combatiente, algo que no ha sido ni es un masón, por lo que aquel debía preservar la organización, pareciendo lógico que se restringiera el conocimiento de otros carbonarios a los más estrechamente cercanos.

Los iniciados en la Carbonería pagaban por estar en la organización, tanto por derechos de admisión, que podían ser de unos cinco francos, y un franco mensualmente. En Masonería también habría que pagar al ingresar y se capitaría (cotizaría) mensualmente.

El juramento carbonario imponía la obligación de no conocer a los individuos de las demás ventas, algo que no se produce en la Masonería

En la Carbonería no había comunicaciones escritas, frente a la Masonería que cuenta con libros de actas, “planchas”, etc.. De nuevo, los carbonarios no podían dejar rastros. Las órdenes se trasmitirían verbalmente por delegados especiales de la venta suprema. En la Masonería no se darían órdenes, a pesar de su estricta jerarquía, o a lo sumo las jerarquías masónicas, en función de su legitimidad democrática, establecen disposiciones, pero que tienen que ajustarse a constituciones y reglamentos muy detallados y restrictivos. La Carbonería, insistimos, se dedicaba a la lucha, y en toda lucha los líderes dan órdenes, que deben ser acatadas. Los carbonarios se comprometían a obedecer sin discusión los acuerdos de la venta suprema y a sacrificar su fortuna y su vida en pro de la libertad y de la patria. Todo carbonario debía tener dispuesto un fusil con su bayoneta y veinticinco cartuchos. Es evidente, que todo esto no tiene nada que ver con los masones, aunque sí la idea del compromiso de que lo dispuesto debía ser acatado, pero los masones no sacrificarían su vida ni su fortuna, ni estaban obligados a tener armas, ya que las únicas que emplearían en el ritual -las espadas- tendrían siempre un significado simbólico.

Cada jefe de venta superior y central tenía media tarjeta irregularmente cortada, y la otra media la presentaba el delegado para darse a conocer. Tenían, además, palabras de paso y de orden, y signos especiales de reconocimiento. Menos la cuestión de las tarjetas estos aspectos coinciden más con los propios de la Masonería, que dispondría de palabras de paso, de orden, y signos especiales para reconocerse, además del retejo.

Los carbonarios aparecen en la literatura de la época. La principal obra es, sin lugar a dudas, Vanina Vanini de Stendhal. Se trata de una novela corta que relata la historia de amor de la princesa Vanina y un miembro de los carbonarios. En castellano tenemos una reciente traducción en la editorial “Periférica”. Roberto Rossellini llevó la novela al cine en el año 1961 con el mismo título.

Por otro lado, el canonista e historiador Vicente de la Fuente escribió una Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en España, especialmente de la Franc-Masonería, Lugo, 1871, donde explica la Carbonería española, desde una perspectiva harto negativa. Una visión historiográfica, también para el caso español, en la monografía de Iris Zavala, Masones, comuneros y carbonarios, Madrid, 1971. 

Carbonarios