sábado. 20.04.2024
IV CENTENARIO DE LA MUERTE DE CERVANTES

La ruta de los molinos

La pequeña ruta que propongo al lector, de uno o dos días, está llena de atractivos naturales, artísticos y arqueológicos por tratarse de localidades tan antiguas como los primeros pobladores de nuestra piel de toro.

molinosTodavía hoy, afortunadamente, en Mota del Cuervo, Campo de Criptana y Consuegra, entre otros lugares, se pueden contemplar ejemplares de molinos de viento contra los que luchó don Quijote confundiéndolos con gigantes. Están incluidos en las diferentes rutas que componen lo que desde hace una década se ha estructurado como La Ruta de don Quijote, que abarca casi toda Castilla La Mancha y otras zonas de interés relacionadas con la universal novela. Son los más famosos, porque de ellos hace mención Cervantes en el capítulo VIII, narrando la sin par aventura del enfrentamiento del Caballero Andante con ellos, a los que veía como gigantes:

En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

-La aventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubre treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla...

-¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.

-Aquellos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen, no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parece brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo, quítate de ahí y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

  Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes bien iba diciendo en voces altas:

-Non fuyades cobardes y viles criaturas; que un solo caballero es el que os acomete”...

Como ya sabemos, encomendándose a su amada y bella Dulcinea del Toboso, acometió lanza en ristre contra los ingentes y amenazantes brazos que dieron con el pobre caballero en tierra, maltrecho y vejado. Pero él y su escudero, superada la adversidad, siguieron camino de Puerto Lápice... Otra localidad manchega, cuna de estas y otras andanzas que nos cuenta el genio cervantino.

En la anterior entrega de este reportaje apunté que varias son las localidades que presumen de ser el escenario de esta desigual batalla entre un solo caballero de triste figura maltrecha y una treintena de gigantes desaforados a cuyos brazos cayó rendido, seguramente hubiera cambiado por caer de igual manera, pero en otros brazos, los de su amada, la bella Dulcinea del Toboso. Curiosamente nombra este lugar de procedencia de un personaje, que sin dejar de ser importante, no deja de ser, como lo calificaríamos actualmente, secundario, apenas si aparece salvo en su imaginación; de igual manera nombra el lugar de otros todavía más secundarios que aparecen únicamente dos veces en dos capítulos, como es el pueblo de Tirteafuera, también en la provincia de Ciudad Real, de donde  procedía el doctor Pedro Recio de Agüero; singular personaje de la segunda parte de la obra, médico olvidado pese a su reconocida fama, que al buen Sancho impedía comer manjares, dada su obesidad, aconsejándole evitar guisos de desconocidos, por si le querían envenenar, que el envenenamiento por eso del poder es muy dado a los gobernantes, y que, cual político actual para conservar su imagen, guardara la dieta, siendo como era gobernador de la ínsula Barataria. Aunque no fuera esa la intención del doctor; a veces los sabios, refugiados en sus conocimientos, son sibilinos, y, simulando un bien, hacen el mal cuando ante sí encuentran honradez política y saber práctico.

Poco dado era Cervantes a nombrar lugares de suma importancia en su novela previendo que muchos de ellos habrían de disputarse ser el escenario de sus grandes aventuras. Si lo hace en pequeñas escenas puede deberse al sentido de universalidad que encierra toda la obra, que sin ser fantástica, por estar asentada en una geografía concreta, es fruto de la fantasía, y por eso mismo, por estar ubicada en localizaciones reales y particulares, es universal. Por ser historia real, es al tiempo, inventada, y sus localizaciones la convierten en historia cotidiana de las formas de pensar, ser y comportarse de un pueblo como es el hispano, y como son todos los seres humanos, mezcla de carne y espíritu, capaz de los mayores heroísmos y las peores vilezas. En fin, la historia de la humanidad; no en vano ha llegado a todos los pueblos y se ha traducido a todos los idiomas. No es sólo una novela, origen de la novela moderna, sino todo un tratado de filosofía.

molinos3

CORTO ITINERARIO LLENO DE EMBRUJO

Decíamos en la anterior entrega que varios son los lugares que disputan ser el escenario donde don Quijote luchó contra los molinos de viento. Campo de Criptana/Alcázar de San Juan y Mota del Cuervo parecen ser los más apropiados por la cantidad de molinos que allí había, la treintena que vio el hidalgo manchego. Pero tampoco Consuegra se queda atrás, por su situación, y porque al igual que Alcázar y Mota es un cruce de caminos donde es posible que el Caballero Andante pasara desfaciendo entuertos.

Pero hay otras localidades que tienen su correspondiente embrujo a partir del molino como emblema turístico, tema central de este reportaje e invitación a conocer de primera mano, pasando unos días de asueto y diversión, estas tierras de la Mancha, centro de España donde se cruzan los caminos que van del uno al otro punto cardinal de nuestra península, cargada toda ella de vestigios históricos y artísticos, admirando a la par sus encantos naturales.

Siempre digo que rara es la población española o la zona que no tenga su obra de arte, sea natural o humana, desde una catedral en una aldea perdida, a un roquedal con variadas formas y cuevas en la ribera de un río o una vetusta fortaleza en lo alto de un monte. España es toda ella una sorpresa agradable a los sentidos y a la emoción. Si a estos sentimientos unimos la conmemoración en estos días de los 400 años de la muerte del insigne Cervantes, tendremos suficientes motivos para escoger cualquier aspecto a destacar en nuestro pequeño viaje, en este caso, los molinos, una simbiosis arquitectónica y natural tan impresionante que no se repite en ningún otro lugar del mundo. Aunque no hay censo fiable de la cantidad de molinos que se extienden por La Mancha, su número supera sin duda los 3000, repartidos por las cinco provincias. Los más espectaculares se encuentran en Consuegra, Alcázar de San Juan, Campo de Criptana, Mota del Cuervo, Valdepeñas, Belmonte, Miguel Esteban, Puerto Lápice... Tengo entendido que se está realizando un inventario nacional, y según mis informaciones ya hay catalogadas más de 6000 de estas construcciones, muchas de ellas en ruinas, otras en reconstrucción, no solamente en la península, sino también en las islas Baleares. Pero no vamos a hacer tan largo recorrido, nos conformaremos con los más inmediatos, adecuado a un fin de semana. Les propongo comenzar de norte a sur y este, desde Consuegra a Mota del Cuervo, principio y final, o a la inversa, por ser lugares que parangonan su belleza y espectacularidad. Además se encuentran otras curiosidades, tradiciones y vestigios que merecen también nuestra atención sin apenas traslados. Historia, leyendas, arte, ritos y mitos se hallan por doquier en estas tierras habitadas desde antiguo, crisol de invasiones y culturas entre ríos, lagunas y llanuras.  

La pequeña ruta que propongo al lector, de uno o dos días, está llena de atractivos naturales, artísticos y arqueológicos por tratarse de localidades tan antiguas como los primeros pobladores de nuestra piel de toro, con visibles vestigios de nuestras primeras civilizaciones.

Consuegra puede ser el arranque de esta ruta quijotesca donde al lado de un enorme castillo que se está reconstruyendo por alumnos de la escuela de Arte y Oficios de Castilla La Mancha, se puede visitar y recorrer a diario. En sus dependencias, en agosto se celebra la conmemoración de la batalla en la que el hijo del Cid, Diego de Vivar, murió luchando contra los sarracenos. Jornadas medievales en las que participa el pueblo cuyas calles se llenan en esos días de visitantes. Y al lado del imponente castillo, coronando el mismo cerro Calderico, más conocido como La Crestería, se levantan doce molinos de los trece que hubo en un principio. Están  bautizados con significativos nombres: Bolero, Sancho, Rucio, Espartero y Mochilas, que conservan la maquinaria original, y Mambrino, Vista Alegre, Cardeño, Alcancía, Chispas, Caballero del Verde Gabán, y Clavileño, que se conservan en perfecto estado. Hay que destacar el dedicado a Sancho, que en octubre en la Fiesta del Azafrán -otro tesoro de estas tierras, fiesta de Interés Turístico- se pone en marcha su mecanismo original de siglo XVI. En “Bolero” se ubica la Oficina  de Turismo, y “Rucio” alberga el Museo de la Molienda, abiertos de 9   a 19 horas.

Dentro del casco urbano, se conserva un rico patrimonio, desde vestigios romanos a construcciones del siglo XVI como la iglesia de San Juan Bautista, o del XVII, edificio que alberga el ayuntamiento.

En Alcázar de San Juan, pueblo por excelencia de cruces de vías y caminos, existen 4 molinos de viento ubicados en el cerro de san Antón. Debe su nombre a los caballeros de la Orden de San Juan que aseguraron su protección en el siglo XII frente al avance de los árabes. Además de los molinos, nombrados con referencias cervantinas, Rocinante, Barataria, Fierabrás y Barcelona, se puede visitar su museo arqueológico y la torre de Juan de Austria de origen árabe, reconstruida en el siglo XVII. Dos molinos han sido acomodados para, aparte de moler en determinadas fechas, servir de museo y centro de interpretación turística y étnica.

molinos2En las proximidades, Campo de Criptana. Muy cerca de Alcázar; siguiendo hacia el Este por la N-420, a 5 klms, se encuentra el viajero con el que se da por seguro como escenario donde don Quijote luchó contra los molinos de viento. Pueblo típico manchego de casas blancas y calles rectilíneas, conserva una decena de los que tres mantienen su estructura del siglo XVI, Burleta, Infanto y Sardinero, aunque según datos hubo hasta 34. Han sido declarados Bien de Interés Cultural. En el molino llamado “Burleta”, el primer domingo de cada mes, se celebra una molienda abierta al público como se hacía en tiempos no muy lejanos. La oficina de turismo, para mayor información, se encuentra en otro molino bautizado como “Poyatos”. Hay también otros museos, como el dedicado al vino -un tesoro más de estas tierras-, de la labranza, incluso el Museo de la Poesía, donde el espíritu del Siglo de Oro se hace presente. Por todo el pueblo se respira el espíritu cervantino cuyas esculturas a él dedicadas nos los recuerdan tanto en Alcázar como en Campo de Criptana y Mota del Cuervo, la próxima etapa.

Mota del Cuervo: Sendas esculturas de hierro forjado del caballero y su escudero nos dan la bienvenida ante los enormes gigantes. En el cerro conocido como “el Balcón de La Mancha”, se yerguen 7 de los 23 que llegó a haber sobre esa sierra, a veces llegaron a la treintena. También tienen sus nombres y su propia personalidad, entre ellos, destaca “El Zurdo”, no sin razón, pues, al igual que en los humanos, se maneja al revés, con la izquierda. Es el único que conserva su maquinaria original, con la característica de que sus aspas giran al contrario que las demás; de ahí su nombre. Mota tiene muchas más cosas, como su iglesia mozárabe, para ver y oír, entre ellas, la leyenda de su apellido, “el cuervo” que llevaba en su pico la comida de la cristiana cautiva. No en vano este pueblo cuenta con varias asociaciones que trabajan a diario por rescatar viejas tradiciones y mantener viva la historia de la localidad.

De aquí, con rumbo oeste por carretera comarcal en buen estado, iremos en dirección a El Toboso, el pueblo de la sin par dama doña Dulcinea, donde se encuentran ediciones del Quijote en todos los idiomas de casi todos los países. Y pasada la cuna de la dama soñada, nuestro destino final de este periplo molinero: Miguel Esteban.

En Miguel Esteban, ruta casi olvidada en esta de los molinos, se pueden visitar, además del pueblo y sus monumentos, los tres molinos que se levantan junto a la ermita de san Isidro. También merece la pena su iglesia parroquial dedicada a San Andrés y las lagunas de los alrededores.

Podíamos dar por finalizada en esta pequeña localidad manchega esta corta ruta que he propuesto. Hay otros lugares con molinos de viento, más alejados de la zona. Me permito nombrar por su singularidad y para abreviar uno que se encuentra en otro centro neurálgico de comunicaciones: Madridejos.

En Madridejos, de semejante y estratégica situación geográfica, hay tres, pero un molino puede presumir de ser el más antiguo de España, al que han bautizado como El Molino del tío Genaro por ser éste el nombre de uno de sus últimos molineros. En él durante los fines de semana de julio y agosto se celebran actividades culturales y degustación de productos de la tierra.

No sólo los molinos alegrarán nuestra vista, también nuestro paladar se verá satisfecho en estas tierras de buen comer. Sin recurrir a los platos conservados del ingenioso hidalgo, aconsejaré dos típicos de cualquiera de ellos, desde el lujo de la tradicional perdiz a la toledana, a las humildes y sabrosas “carcamusas”, que sirven a cualquier hora en cualquier establecimiento. 

Buen viaje, que lo disfruten transportándose a un tiempo de novela e historia en recuerdo de uno de los mayores genios que ha dado la naturaleza. Los molinos encarnan la lucha por la vida y son  símbolos de un ideal. Cervantes, guía y filósofo. Porque El Quijote, además de ser un libro de aventuras, es todo un tratado filosófico. Léanlo, se divertirán, y descubrirán el sentido de la vida.

Pero la gente no lee, querido Sancho, hace lo que les manda ese invento diabólico, por él se guían. Con la tele hemos topado, Sancho. Así nos va.

La ruta de los molinos