viernes. 29.03.2024
capitan-lagarta

Hay personas que en vez de a admirar, rendir y doblar ante lo bello, reaccionan aborreciéndolo. La envidia es un dolor de tripa más o menos fuerte causado por la gracia ajena. Si la envidia tan solo destruyese a quien la padece no estaríamos ante el, por dañino, mayor pecado nacional. El capitán sospecha que la envidia sana no existe, y si existe es tan solo una paradoja, un oxímoron tan evidente como la luz oscura, el fuego helado, o la crítica constructiva. La envidia está muy enraizada en la sociedad pero nadie se reconoce envidioso. Mientras no inventen el detector de envidia como inventaron, dicen, el detector de pis en la piscina, solo podremos suponer o intuir su existencia a toro pasado: la envidia es causa, motor y móvil único en muchos delitos. Puede ser indicador sutil de envidia el hecho de criticar a alguien de modo persistente y con escaso fundamento; hay personas que, para saciar su hambre espiritual  -la envidia es una sutil manifestación de inferioridad-  dedican muchas horas al día a vivir la vida de otros. Puede haber envidia también tras las alabanzas manifestadas directamente por el envidioso; una envidia solo detectable por el envidiado en el comportamiento corporal que las palabras lisonjeras llevarán asociado: Manuel dice a María, que aprobó ayer la oposición, “me alegro mucho, María” y María le da las gracias, pero detecta un no sé qué sospechoso en la cara de Manuel, una sonrisa profidén acompañada de unos ojos fríos y átonos que de pronto parpadean dieciséis veces seguidas sin venir a cuento. Una sospecha que casi podría confirmarse cuando Manuel, carcomido por dentro, no pueda evitar preguntar a María: “¿y como hiciste para aprobar?”. Es tal la mala fama de la envidia que ésta tiene que esconderse, mimetizase y camuflarse. Podríase decir que el comportamiento envidioso es subversivo y clandestino: trabaja en la oscuridad y, sin dar la cara, prepara poco a poco sus atentados. Ojo que en este país de navajeros ya no se estila la navaja; ojo que la terminación inglesa -ing significa en cristiano -ando o -endo; ojo que envidia está tras el mobbing y tras bullying; ojo que si te duele, es que te pueden estar jodiendo. Mucho cuidadito que Caín mató a su hermano Abel y resultaría irrisorio fundamentar la defensa alegando simple acto de enajenación transitoria provocado por un plato de lentejas. 

Los Pecados Nacionales: Envidia