viernes. 10.05.2024
La Puerta del Sol de Madrid en la mañana del 29 de septiembre de 1868, de Urrabieta, en El Museo Universal (Wikipedia)
La Puerta del Sol de Madrid en la mañana del 29 de septiembre de 1868, de Urrabieta, en El Museo Universal (Wikipedia)

@Montagut | La llegada del Sexenio Democrático fue un hecho capital en el resurgir y desarrollo de la Masonería española, inaugurando su etapa más fructífera, interrumpida bruscamente con la Guerra Civil.

En esta pieza aportamos la visión de un masón, perteneciente al Gran Oriente Español, en octubre de 1889, sobre la Revolución de 1868. Debemos recordar que esta Obediencia fue el fruto de la convergencia y fusión entre el Grande Oriente Nacional y el Grande Oriente de España, producida el 4 de abril de 1888. Nació de ese modo, el Grande Oriente Nacional de España. Sus inicios fueron complicados hasta que el 9 de enero de 1889 se convertiría en el Gran Oriente Español, con Miguel Morayta como Grande Oriente Español.

El texto que estudiamos está firmado por F.S., cuyo nombre simbólico era Robespierre, y se publicó en el número 7 (año I) del Boletín Oficial del Gran Oriente Español, del primero de octubre de 1889, donde se puede consultar gracias a la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.

La Revolución Gloriosa constituía una “fecha memorable en la historia de España”, una especie de “día de gala con uniforme”

La visión de la Revolución Gloriosa no podía dejar de ser muy positiva para un masón por lo que hemos comentado al comienzo del artículo. Para el autor constituía una “fecha memorable en la historia de España”, una especie de “día de gala con uniforme” para los españoles que amaban el progreso y la libertad. Habría comenzado como un motín antidinástico, concluyendo en una revolución antimonárquica.

Dicha revolución, a su juicio, no había sido un hecho aislado, sino que se debía vincular con la era de las revoluciones políticas abierta a fines del siglo XVIII en alusión directa a la Revolución francesa cuando hablaba de cómo el “gran pueblo hermano” había fulminado a los reyes y consagrado los derechos del hombre. España, “amante de la libertad” no podía ver con indiferencia lo que allí se hacía pasar a los reyes, a los poderosos, a los déspotas, etc.

“Robespierre”, por lo tanto, consideraba que ese ejemplo francés había ido calando y concentrándose en el pueblo español, y el momento había llegado a finales de septiembre de 1868.

La Revolución habría traído la igualdad entre españoles, la libertad de expresión, y la fraternidad, principios que eran y son pilares de la Masonería

Ya en relación con la Masonería, “Robespierre” consideraba que para los masones la Revolución de Septiembre no debía ser vista como el rayo que había herido de muerte la institución monárquica, ni la que había ocasionado un eclipse en la Historia de una dinastía que, como masón, se debía respetar por ser un poder constituido (en contraste con la virulencia antes expresada), sino el incendio que había acabado con el despotismo y la tiranía. La Revolución habría traído la igualdad entre todos los españoles, la libertad de expresión, y la fraternidad. Eso era lo que tenían que aplaudir los masones, principios que, como sabemos, eran y son pilares de la Masonería.

Además, de la fuente citada, hemos consultado la obra clásica de José A. Ferrer Benimeli, Masonería española contemporánea. Vol.2. Desde 1868 hasta nuestros días, Madrid, 1980, para contrastar los datos sobre la Obediencia aquí citada.

Un masón ante la Revolución de 1868