sábado. 18.05.2024
El Socialista (21 de abril de 1923)
El Socialista (21 de abril de 1923)

@Montagut | Este artículo plantea las recomendaciones realizadas en el seno del socialismo español hace cien años, es decir, en 1923, ante las elecciones generales o legislativas celebradas el 24 de abril de dicho año, y que fueron las últimas del sistema constitucional del reinado de Alfonso XIII antes del golpe de estado que se produjo en septiembre de ese mismo año, liderado por el general Miguel Primo de Rivera.

Pues bien, ante dichas elecciones se plantearon tres cuestiones desde el PSOE.

Decía el periódico obrero que las batallas electorales no se ganaban solamente con entusiasmo, sino con votos.

Era evidente que el entusiasmo era importante para los socialistas porque, como hemos comprobado en nuestras investigaciones, se asociaba a la voluntad, la gran virtud que había que tener si se era socialista. Pero el entusiasmo tenía que ser útil, y para ello había que aplicarlo a fines concretos y a objetivos inmediatos. Los entusiasmos “abstractos” eran entusiasmos que se agitaban en el vacío, es decir, el socialismo defendía lo práctico, lo útil, lo que debía servir.

En todos los ámbitos de la vida abundaban los indecisos, personas que no sabían orientar su criterio a tiempo

Para ganar las elecciones había que conquistar a los electores, a través de la propaganda pública y también la individual. Los oradores en los mítines, los afiliados que pegaban carteles, los compañeros que distribuían manifiestos y todos los que en los Centros socialistas trabajaban todas las noches en la “anónima tarea electoral” contribuían con su esfuerzo perseverante a la propaganda pública y, por tanto, al triunfo electoral.

Los que no se dedicaban a estas tareas debían aplicar sus esfuerzos a la propaganda individual. Cada voto, para los socialistas, era muy valioso porque unas elecciones se podían ganar o perder por un solo voto. Cada socialista debía concentrar su entusiasmo en conquistar cuantos electores pudieran con el fin de multiplicar los votos. Las batallas electorales se ganaban más que con entusiasmo con electores. Así pues, entusiasmo, pero dirigido a conseguir votos.

Como decía el periódico obrero, en todos los ámbitos de la vida abundaban los indecisos, personas que no sabían orientar su criterio a tiempo, y cuando lo hacían era tarde y se hacía mal. Un hecho inesperado, un acontecimiento intenso o una fuerte impresión hacían variar en su actitud a estas personas.

Pero el problema era que los indecisos podían ser claves a la hora de inclinar la balanza en un sentido y otro, es decir, que ya en 1923 se era consciente de la importancia numérica de los indecisos en política. Así lo manifestaba explícitamente el periódico socialista: ante las citas electorales siempre había una legión de indecisos. Es más, el mismo día de las votaciones había muchos ciudadanos que no tenían aún decidido el voto, y la inclinación hacia un lado u otro dependía de circunstancias fortuitas, accidentales.

Ya en 1923 se era consciente de la importancia numérica de los indecisos en política

Los socialistas no consideraban, a pesar de lo que estamos viendo hasta ahora, que los indecisos fueran malos, sino que estaban mal informados o carecían de información. Por eso era importante el trabajo de información, hecho a tiempo y bien. Y eso debía ser clave para los socialistas. Ante las elecciones de finales de abril de 1923 había que movilizarse. Todo era una cuestión de voluntad, porque luego sería tarde para lamentarse. 

La apatía, por fin, sería una grave enfermedad tanto individual como colectiva. Un hombre apático sería una especie de “ente inútil”, un sujeto expuesto a todo tipo de vejámenes o injusticias. Pero si la colectividad era apática entonces estaríamos hablando de una “masa amorfa”, propicia para ser pasto de los más “groseros apetitos de minorías audaces y sin escrúpulos”.

En las filas socialistas no cabían los apáticos, los abúlicos ni los indiferentes porque el socialismo venía a ser una especie de milicia

En las filas socialistas no cabían los apáticos, los abúlicos ni los indiferentes porque el socialismo venía a ser una especie de milicia (es interesante observar que la palabra militante viene, como es sabido, precisamente de milicia), y una milicia disciplinada, activa y vigorosa. Así pues, se recordaba desde las páginas de El Socialista en aquella primavera de hace cien años, que todo afiliado el Partido Socialista debía imponerse a sí mismo más deberes que derechos, y ser una especie de soldado de la causa, siempre dispuesto a acudir a cualquier llamamiento del Partido.

En la campaña electoral de abril de 1923, los socialistas hacían un llamamiento imperativo a todos los que con él simpatizaban para que nadie ahorrase su esfuerzo. Hasta el día de las elecciones la principal, no la única preocupación, debía ser “la conquista de los apáticos, la incorporación de los reacios, centralizando todos los esfuerzos”.

Nuestra principal fuente han sido el trabajo con los números de los días 17, 21 y 26 de abril de 1923, de El Socialista, el periódico del PSOE.

Recomendaciones socialistas en tiempos de elecciones: el caso español en 1923