jueves. 28.03.2024
MUJERES DE PELÍCULA | EDMUNDO FAYANÁS ESCUER

La esclava navarra Subh en el poder de Al Andalus

En la época de mayor esplendor del califato de Al Andalus, entre los grandes personajes de visires, califas, jefes militares, científicos, filósofos... surgió una mujer...

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Aurora y el Califa en un dibujo de Edward Clark

En la época de mayor esplendor del califato de Al Andalus, entre los grandes personajes de visires, califas, jefes militares, científicos, filósofos... surgió una mujer, que se hizo con gran parte del poder y que contribuyó con su sabiduría y buen gobierno a hacer resplandecer esta gloriosa época musulmana en la península Ibérica.

No se sabe la fecha con certeza del nacimiento de Subh, pero fue en los inicios de la década del 940 y tampoco su procedencia exacta. pero parece ser que fue una noble navarra, cuyo nombre cristiano respondía a Aurora.

En aquel periodo histórico, Al Andalus dominaba casi completamente la península, pero estaba en conflicto permanente con los incipientes reinos cristianos del norte, los reinos de León, Pamplona, Aragón y los condados catalanes.

En uno de esos conflictos, Subh fue hecha prisionera y trasladada como esclava a Córdoba. Tenía una gran formación intelectual y artística. Siendo muy inteligente y bella, cantaba con una voz dulce y recitaba poesías, todo ello llamó la atención de Alhakén II.

Subh era una esclava más dentro del harén. La misión era entretener a los hombres en el poder con sus cantos, danzas y conversaciones cultas. En Al Andalus solamente las mujeres de más alto rango y las situadas en la escala más baja de la sociedad, las esclavas eran las únicas que tenían acceso a la cultura.

El califato omeya tenía una organización familiar, donde convivían las esposas y las esclavas indistintamente. Todos los hijos tenían la misma legitimidad. La mayoría de los príncipes y posteriormente califas omeyas, fueron hijos de esclavas y estas tenían muchísimo poder en el palacio.   Participaban en las luchas familiares por la sucesión del soberano, porque en la política islámica, el cargo no correspondía directamente al primogénito. Por eso, se ponían en juego sus influencias y capacidad de influir en la candidatura de su hijo y en este proceso siempre destacó la esclava Subh.


Al-Hakam II en Córdoba (España)

Las aspiraciones de Subh en el harén de Alhakén II fue interesarlo en los gustos que a él le atraían.   Siguiendo la moda existente en Bagdad para las mujeres de la alta sociedad, se vestía con prendas de hombre, adoptando la figura modales de un efebo, y se hacía llamar Ya”Far.

Subh no sólo atrajo a Alhaken II, sino que le gustó tanto que la convirtió en su favorita, y posteriormente en preferida y primera dama del Califato de Córdoba, cuando en el año 962 le dio un hijo varón con el que asegurar la sucesión en el trono, su nombre fue Abd al-Rahman pero sólo vivió ocho años.

Fue en el año 961 cuando muere el califa Abderramán III, sube al poder Alhakén II con Subh como primea dama. El ya entonces era mayor, pues tenía cuarenta y seis años mientras que ella escasamente veinte.

Posteriormente Subh tuvo un segundo hijo con Alhakén II en el año 965, que se llamó Hisham, que sería califa. Alhakén II dio a Subh el título de Gran Señora, “Sayyid al-Kubra”.

El califa Alhakén II padecía una grave enfermedad, por lo que no podía atender la febril actividad política andalusí, por lo que se apoya en dos grandes personajes, el primer visir Isfan al-Musafi y en Almanzor, personaje este que jugará un gran papel en la vida de Subh.


Almanzor

La figura de Sub y Almanzor llaman la atención. Almanzor tenía 29 años cuando Subh lo nombró su mayordomo. Era un hombre muy ambicioso, que pasó de ser escribiente en la mezquita, a estar al servicio del Cadí de Córdoba y posteriormente mayordomo de Subh. Después pasó directamente a la Administración de Al-Andalus, con el dominio del ejército y la policía.

La inteligencia y la belleza de Almanzor deslumbraron no sólo a Subh sino a todas las concubinas del harén. El propio Alhakén II decía “¿por qué hábiles maneras atrae este muchacho a todas mis mujeres y se hace dueño de su corazón? Aunque se vean rodeadas de todo el lujo del mundo, no aprecian más regalos que los que proceden de él, ni gustan otras cosas de las que él les trae”.

Almanzor y Subh fueron amantes durante muchos años. Se puede afirmar sin error que ambos se sirvieron del otro porque, para Subh, Almanzor fue el intermediario que necesitaba para controlar los asuntos de Estado, que le estaban vedados por su condición de mujer.

Cuando muere Alhakén II en el año 976, fue nombrado nuevo califa el hijo de Subh, con el nombre de Hisham II, pero en el momento de su proclamación tan solo tenía once años.

Alhakén II lo había impuesto antes de su muerte, e hizo que le juraran fidelidad a Hishem II, lo que suponía una investidura por anticipado. A pesar de que Hisham II ya fuera califa, muchos cuestionaron su nombramiento, pues creían muchas altas jerarquías andalusíes que la legalidad del juramento no era tal. Teniendo sólo once años, no cumplía los requisitos para acceder al poder, pues si se seguía la ley islámica, cualquiera de los Quraysh “la tribu del Profeta, de la que los omeyas eran una rama”, exigía que fuese un adulto para poder ser califa.


Medina Azahara

Cada facción de la Corte andalusí de Córdoba trataba de imponer a su candidato. El favorito era el hermano de Alhakén II, Al-Mughira, que era tío de Hisham II. Subh usó todo su poder y se gastó ingentes cantidades de dinero para atraer a las familias más notables del califato a su bando. Almanzor no dudó en asesinar a aquellos que no estaban a favor de Hisham, entre ellos al máximo candidato Al-Mughira, lo que provocó la retirada de los demás candidatos omeyas en su reivindicación del trono.

Tras una larga ceremonia, Hisham II se convirtió en el décimo señor de Al Andalus, con el sobrenombre de Al-Muayyad Bi-Llad, que quiere decir “el que recibe el apoyo de Dios”.

Una crónica anónima árabe decía de Subh “tenía el control del reino por la minoría de edad de su hijo y los visires no decidían nada sin consultarla, ni hacían otra cosa que lo que les ordenaba”.

Subh y Almanzor aparte de la relación amorosa que mantenían, les unía también los intereses mutuos de que Hisham II siguiera siendo califa, y en ello, los dos pusieron todo su empeño.

Era la primera vez que en el Califato de Córdoba, una mujer tomaba las reindas del poder califal de Al Andalus, con el apoyo de Almanzor, hasta que Hisham II alcanzase la mayoría de edad. De esta forma Subh ejerció un poder real desde el año 976 al 996.

En el año 977, grupos de cristianos atacaron las fronteras d Al Andalus, aprovechando la situación política que estaba atravesando el califato. Como el visir Al-Mushafi, el otro gran apoyo de Subh y de Hishem II no hacía nada, Almanzor declaró la yihab contra los infieles.

Estos hechos le permitieron ser nombrado general supremo del ejército y para ello contó con el apoyo de otro general famoso, el general Galib. Almanzor se casó con la hija de Galip e hizo traer tropas bereberes, que serían su guardia personal. Al final terminó enfrentándose con su suegro el general Galib al que derrotó y mató.

Almanzor mantuvo intactos los signos externos de la soberanía de Hishem II, al que se le atribuían todas las decisiones políticas adoptadas. Sin embargo, en el otoño del 978, un grupo de notables andalusís intentaron destronar a Hishem II para sustituirlo por un Omeya adulto.

Subh y Almanzor abortaron  dicha conspiración e impusieron fuertes castigos a sus ejecutores, que sirvieran de escarmiento a los demás.

Para reforzar la posición de Subh y Almanzor, procuraron atraer el favor de los alfaquíes. Se hizo purgar  la famosa biblioteca cordobesa de Alhakén II, destruyendo toda obra dedicada a disciplinas académicas mal vistas por aquellos, como la Lógica, la Astrología y la Filosofía.

Desarrollaron un intenso programa de construcciones como la ampliación de la mezquita cordobesa.   Edificó una nueva ciudad, Medina Azahara, a donde trasladó la administración del califato para así evitar que Hisham II tuviera tentaciones de dirigir el gobierno.

Pusieron en marcha un programa de reformas tanto en la administración civil como en la militar, buscando la máxima operatividad. Supieron granjearse las simpatías de las clases bajas del califato.


Moneda de plata acuñada durante el reinado de Alhakén II en Medina Azahara

Almanzor desarrolló una intensa actividad militar contra los reinos cristianos del norte de la península.   Las crónicas hablan de 57 expediciones, alcanzando el máximo esplendor territorial. Impusieron fuertes tributos a  los reinos de Navarra y de León, las conocidas parias. Incluso les hicieron entregar a estos reinos a muchas mujeres para mantener la paz con estos reinos.

Los ataques de Almanzor llegaron hasta Barcelona en el año 985, Coimbra (Portugal) en el 987, los monasterios leoneses de Sahagún y Eslanza en el 988, Compostela en el 997 y Pamplona en el 999.

Las ambiciones políticas de Almanzor por tener el pleno poder califal eran inmensas y para conseguirlo solo le estorbaba su amante Subh y el hijo de ésta, el califa Hishem II, a quienes fue recluyendo en el alcázar cordobés, de esta forma ambos permanecieron incomunicados y custodiados por una guardia bereber fiel a Almanzor.

Subh enojada por esta nueva situación y sintiéndose traicionada por Almanzor, le decía a su hijo “¿No ves lo que está haciendo ese perro? Y el califa le contestaba “Déjale que ladre por nosotros, es mejor “.

Al sentirse traicionada por Almanzor, le costó entenderlo pues ella le había dado todo lo que era, desde su amor hasta el poder, traicionando las leyes de sus antepasados contra el Islam así como la dignidad de los  Omeyas al quitar casi la totalidad de las funciones que tenía el Califa.

Subh se planteó hacer frente a Almanzor, para lo que contó con el apoyo del virrey de África, Ziri Ben Atuya, para esto, diseño un plan que pretendía sacar las riquezas del califato omeya del palacio, unos 80.000 dinares de oro, que era en aquellos tiempos una gran fortuna y que serían destinados a sublevar al pueblo cordobés contra Almanzor. Para poder sacar este tesoro, escondió las monedas en vasijas cubiertas con una gruesa capa de miel, mermeladas y otras salsas que ocultaran el contenido real.

Almanzor se enteró de dicha conspiración y requis todas las monedas califales por medio del hijo de Almanzor, Abd al-Malik  al que se enfrentó verbalmente Subh. Posteriormente intentó comprar apoyos de familias notables cordobesas´, pero fracasó. Desde entonces la figura de Subh desaparece de las crónicas árabes.

En el año 998, se le vio desfilar públicamente por las calles de Córdoba formando parte de un cortejo presidido por Almanzor, mostrándose ante el pueblo con el rostro descubierto. Las mujeres de los califas no solían mostrarse descubiertas en los actos públicos. Aquí aparece Subh como una mujer despojada y postergada, simbolizando el poder relegado de una mujer por parte de aquel que la utilizó para adquirirlo.


El llamado Bote de Zamora es un presente que tuvo Subh, según indica la inscripción, por el nacimiento del hijo mayor del califa Alhakén II

No se sabe con certeza la fecha de su muerte, pero posiblemente fue en el 999. Las crónicas árabes hablan de como Almanzor caminaba descalzo junto al féretro de Subh y depositó la astronómica cifra de quinientos mil dinares.

Subh es un ejemplo más de como la misoginia histíca, ha hecho olvidar el papel de sta mujer en el poder califal. Todos nosotros habíamos oído hablar de Almanzor, pero ¿Quién conocía a Subh?

Almanzor nunca hubiera sido nada sin la figura de Subh.

La esclava navarra Subh en el poder de Al Andalus