miércoles. 24.04.2024
flaubert

lecturassumergidas.com | @lecturass | Siempre con una libreta de moleskine (de piel de topo) a mano. Siempre apuntando ideas, observaciones; siempre imaginando escenas, diálogos, personajes; siempre anotando las sugerencias que le despertaban los libros que leía, siempre buscando acercarse a la perfección… Estamos con Flaubert, con el Flaubert que escribió obras magistrales y que dejó de escribir muchas otras que había planeado porque no le llegó el tiempo de una sola vida.

Gustave Flaubert. Cuadernos, apuntes y reflexiones (Páginas de Espuma) es el título de una entrega que no debe perderse ningún admirador del autor de Madame Bovary ni ningún lector interesado en los caminos, en los procesos de la creación. El periodista y escritor argentino Eduardo Berti se ha encargado de bucear en un buen ramillete de cuadernos del clásico, en gran parte inéditos en castellano. Cuadernos que le sirvieron no solo para dar cumplida cuenta de su cocina literaria, de sus recetas e ingredientes, sino también para confesarse, para autorretratarse sin remilgos, plasmando las grandezas de su vocación, de su talento, pero también sus debilidades, como si hubiera querido bajarse del pedestal ante una posteridad que, de algún modo, siempre intuyó que acabaría juzgándole.

“Recuerdo que antes de cumplir diez años escribía y soñaba ya con los esplendores del genio: un salón lleno de luces, aplausos y coronas de flores… Hoy en día, si bien conservo la certeza de mi vocación o la plenitud de un inmenso orgullo dudo cada vez más. Si se supiera lo que es mi vanidad. Es como un buitre salvaje que me muerde el corazón. Ay, qué solo estoy, qué aislado, ¡qué desconfiado y rastrero, qué celoso, egoísta y feroz!”, anotó un jovencísimo Flaubert en la etapa en la que empezó a observar el mundo más allá de los paisajes de Rouen, su pueblo natal, un lugar inmortal en el mapa de la literatura.

Apreciar la evolución del escritor desde sus más tempranos escritos, a los dieciséis años, es un regalo impagable que ofrece esta edición que, además de una amplia muestra de sus cuadernos de apuntes, ofrece un par de textos juveniles de carácter reflexivo, páginas de sus diarios,  bocetos y borradores de distintas obras, incluyendo las notas preparatorias del que iba a ser el segundo volumen de Bouvard y Pécuchet, la novela que dejó inconclusa.

Son muchos los aspectos que llaman la atención a quien decide aproximarse a las cercanías de Flaubert. Sorprende el modo en el que el autor se muestra crítico e implacable consigo mismo, declarándose miserable, sabiéndose orgulloso, egoísta, vanidoso. Sorprende comprobar  hasta qué punto esa dureza, ese conocimiento de las propias miserias acaba siendo traspasado a muchos de sus personajes. Escéptico, pesimista, el escritor percibió desde muy  pronto las máscaras, las mentiras del circo social. Desde muy pronto dibujó el mundo con colores oscuros, consciente de las injusticias, de las inmoralidades, de las desgracias de los desfavorecidos, de la brutalidad del ser humano.

Hay momentos en los que el joven Flaubert se enfurece ante la maldad que observa a su alrededor y nos conmueve. Hay otros en los que sonreímos al comprobar cuánta razón tuvo al observar hechos como éste: “Dentro de cuarenta años será imposible vivir sin ocuparse del dinero como si uno fuese un banquero; me parece que (para el alma) esto equivale a una especie de esclavitud”. Hay también pasajes en los que detectamos las angustias de cualquier ser humano incapaz de hallar el amor. El hombre que no paraba de hacer anotaciones en sus cuadernos necesitaba encontrar una mujer que lo quisiera, “una amante, un ángel”, llegó a decir, pero también dejó constancia de su desdén hacia el sexo opuesto, criticando, sobre todo, el afán de las mujeres de su tiempo por el rango, el renombre, el entorno social, así como las provocaciones de aquellas que osaban arremeter contra la institución del matrimonio o fumar cigarrillos, caso de George Sand, a la que se refiere en un apunte y en cuyas costumbres y escritos no nos cuesta nada atisbar a Emma Bovary. “Quien nunca habla mal de las mujeres no las ama en absoluto, pues la manera más honda de sentir algo es sufrir por ello”, argumentó quien fue capaz de crear uno de los personajes femeninos más complejos y contradictorios de la literatura...

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Los cuadernos inéditos de Flaubert