jueves. 02.05.2024
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Imágenes: Filmaffinity

Virginia de Miguel Perdomo |

Estreno 14 de julio |

Aldo Braibanti fue un conocido artista italiano: escritor, dramaturgo, filósofo. Su figura ha sido rescatada por Gianni Amelio (Hammamet, 2020) para narrar en su obra, el escándalo que Aldo vivió y que puso en jaque su imagen. A finales de los años 60, a su vez, su caso sacudió la historia de la homosexualidad italiana.

Braibanti era un ‘monstruo’ para los fascistas de su época, debido a su condición sexual y a su relación amorosa con uno de los jóvenes al que daba clases. Pagó por ello al ser acusado de ‘plagio’, delito italiano que fue declarado inconstitucional en 1981.

Con el delito se pretendía castigar a quien ‘sometiera’ psicológica y físicamente a su víctima. Hay que entender que ‘plagio’ no está refiriéndose a la apropiación indebida del trabajo intelectual, sino a la palabra italiana que viene del latín ‘plagium’, ‘secuestro’. Como si fuese un embrujo mental, era una trampa del sistema para cualquier acusado con una relación consensuada, pero que se saliese de la norma.

Braibanti fue encerrado a efectos de la acusación y a Ettore Tagliaferri, su pareja, se le consideró un enfermo que debía ser ‘curado’. Entonces, es sacado del hospital donde sufría terapia de electroshock para que declarase.

Gianni Amelio no se limita a dirigir y a coescribir una historia de amor víctima de la homofobia: combina realidad con ficción (los daños físicos reales a Ettore, de nombre ficticio), para mostrar cuestiones interesantes: la contrariedad existente durante un contexto histórico cambiante con la oposición a la ultraderecha, o la expresividad extravagante de los “invertidos” sobre sus sexualidades. No obstante, a menudo estas cuestiones quedan eclipsadas por un tratamiento desmesurado y agotador: planos demasiado largos y un énfasis estético que sobrepasa a los personajes. Un ejemplo claro es el periodista interpretado por Elio Germano, que apenas es explorado, perdiendo mucha fuerza.

De todas formas, se ha notado la excelencia de Luigi Lo Cascio (Los cien pasos, 2000) como Aldo, la de Elio Germano (América Latina, 2021) y la de Leonardo Maltese en el papel de Ettore, quien me ha sorprendido con su corta filmografía. Tiene potencial.

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Por otra parte, existe originalidad en el empleo de los estudios de Braibanti sobre las hormigas, porque también es experto mirmecólogo, como metáfora de comunión que no se traiciona; en las pinceladas del caso real (a Ettore se le prohíbe leer libros que tengan menos de cien años); o en cómo se retrata al intelectual: un egoísta que no es justo con el resto de sus alumnos salvo con el que se obsesiona.

Es complicado empatizar con el profesor, quien decide seguir adelante con un chico mucho más pequeño que él. Aparte de las injusticias y en términos de personajes, siento pena y rabia por Ettore, no por su maestro. De esta manera, es posible que haya entendido el último plano de una manera más profunda de la intencionada realización. Lo considero un acierto igualmente, lo mismo con el tratamiento de Braibanti.

Considero que la película es inteligente por lo que pretende en general y que tiene aciertos (la música sombría, excelente fotografía, o un montaje rico gracias a la dirección). Además es necesaria porque como se ha visto recientemente en Italia, como en Europa, la ultraderecha sigue siendo motivo de alarma.

'El caso Braibanti': el delito de ‘plagio’ por el que sentir rabia, aunque a veces...