jueves. 28.03.2024
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Chantal Maillard / Fotografía suministrada a L.S. por C. Maillard.

lecturassumergidas.com | @lecturass | Emma RodríguezSi bien todos los libros que nos cautivan son una aventura y un descubrimiento, hay algunos donde esa idea se materializa de tal modo que, realmente, se convierten en un pasaje de ida hacia regiones nunca visitadas, geográficamente hablando; pero también hacia lugares, hacia pliegues interiores, apenas explorados, en un sentido espiritual. Eso es lo que he sentido al cerrar las páginas de “India”, de Chantal Maillard, un volumen en el que la poeta y ensayista despliega sus vivencias, sus búsquedas, sus conocimientos de un país esencial en su biografía como sendero de autoconocimiento, de acceso a lo profundo...

- Como lectora me he acercado a “India” como quien realiza un viaje, el viaje de Chantal Maillard, intentando humildemente aprender algo de sus búsquedas. Ya en el prólogo indicas que, pese a que conseguiste llegar a “ser aquello que percibías”, dejando de querer, despojándote de juicios y tensiones, ese estado duró solo un tiempo. Pero me imagino que quien llega hasta ahí, de algún modo, se siente transformado para siempre, ¿no?

- Muchos occidentales fuimos a India en busca de unas claves para entender cuestiones que tienen que ver con el sentido de la existencia. Creímos que podían aún hallarse, en algunos lugares de aquel antiguo subcontinente, conocimientos que nosotros habíamos olvidado. Pero lo que aprendes, si algo aprendes, es que las respuestas están en uno mismo si tienes la paciencia de observar. Sólo que te topas con ellas justo cuando el “yo” desaparece. Claro que si el yo ha desaparecido, la pregunta es: ¿Quién pregunta? En cualquier caso, perderse es el punto de partida. Esa pérdida es lo importante. Mis poemas dicen esa pérdida, o apuntan a ella. Son la manera que tengo de volver a dirigirme a aquella vacuidad, aqueldespojamiento del mí que te hace ser lo que ves.

- Decía Mircea Eliade que “el camino que lleva al centro es difícil”. ¿Hasta qué punto tu libro es la materialización, la demostración, de eso?

- Mi “India” es, como habrás podido constatar, un itinerario que comienza en 1987 y termina en el 2012. Más de 25 años, pues, de pensar esa cultura de múltiples maneras, desde la investigación filosófica a la reflexión más autobiográfica de los diarios o los poemas. El libro no pretende demostrar nada. Es más bien, en su conjunto, el testimonio de un rodeo o, más bien, de un merodeo: aquel que ha de hacerse en lo otro para poder acercarse a lo propio con cierta objetividad. Cuando lo que está en juego, lo que se pretende conocer, es uno mismo, la inmersión en lo desconocido es imprescindible. En cuanto al centro, la palabra es una metáfora para el resultado del ejercicio que consiste en aquietar la mente, su continuo parloteo. El “centro” es el punto en el que las energías, cuando dejan de dispersarse, se con-centran.

- Recorremos el libro, vamos avanzando, y al final nos quedamos con una cierta frustración. Toda la sabiduría de Oriente, su sentido de la espiritualidad, sus ritos, sus creencias, se han convertido en folklore, en espectáculo para turistas. La globalización, el mercado, el ansia, lo ha eclipsado, lo ha contaminado todo. Pero, ¿no queda la vibración, la energía de todos los que a lo largo del tiempo han meditado, han mirado hacia dentro?

- La globalización reduce los elementos culturales a folklore porque de esta manera se convierten en producto y los productos se venden. ¿Qué, de otras culturas, no hemos convertido en producto cultural? Sin embargo no todo es reducible. Por eso es importante no sobrevolar aquellos territorios ni quedarse mirando sin más lo que nos ofrecen las guías. Hace falta demorarse en lo que queda de esas tradiciones, estudiar su legado, sus textos, pensarlos y, sobre todo, experimentarlos. Si algo nos enseña la cultura india es que hay maneras de mirar hacia dentro, como dices, y de aquietar la mente para así, averiguar en qué consiste su naturaleza. Esta es la gran enseñanza del hinduismo y del budismo, y aún es posible aprender de ello.

- ¿Crees que estamos en el umbral de un cambio, que las figuras y valores del capitalismo se están desmoronando? ¿Cómo imaginas los nuevos contornos de las sociedades por venir?

- No soy muy optimista. Después de la bonanza siempre viene una época de oscuridad porque lo que es bueno para unos es generalmente malo para otros. Hemos vivido en Occidente una etapa de bienestar, pero la hemos construido con las riquezas de otros continentes. Algunas generaciones han podido vivir sin conocer una guerra, pero se han nutrido de contiendas ajenas. El ser humano es, a mi entender, la triste consecuencia de un error de la naturaleza o, tal vez, la plaga que el planeta necesita para transformarse. Contemplar el universo es siempre una lección de humildad. Somos el único animal que no tiene memoria genética de los comienzos. ¿Qué son nuestros valores frente a la naturaleza cambiante de los glaciares o del fuego que aún arde en el centro de la tierra? ¿Qué son nuestras fórmulas de gobierno frente al proceso infinitamente incierto de las galaxias? ¿Qué eternidad pretendemos alcanzar?...

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“La globalización ha convertido la cultura en folklore”