sábado. 27.04.2024

Muy querido y recordado primo:

Escribo esto con mis sentimientos y, a sugerencia de otro primo muy especial que, también, te quería mucho. Como todos y todas en la familia, y más allá de ella: Jorge Rodríguez Forero

Oliva, nuestra común querida prima, que está pendiente de todo lo que ocurre en la familia, me contó, mientras corrían las lágrimas en sus ojos,  que te habías ido. La verdad, me sorprendió que te fueras TÚ, así tan de repente, con tus sonrisas y tus alegrías ya que, si algo le falta a este enconado y emponzoñado mundo que hemos construido, es eso: más sonrisas y alegrías y menos violencias y muertes.

Como te digo, me sorprendió que fueras TÚ, el viajero; de otra manera, no me hubiese sorprendido porque bien sé que la vida nace condenada a muerte, y que vivimos con ésta porque es su otra cara, como lo dije en algún poema.

Confieso que, cuando vi la foto que puso en Facebook, mi primo hermano  Rey Francisco Rodríguez, creí que mi abuelo Francisco Forero, había resucitado. Eres (porque, en cada foto uno ES, aunque ese momento sea un pasado muerto) la misma estampa de ese adorable abuelo. Sólo que tu sombrero es negro y el de él, era blanco, de paja. En el resto, en ese rostro, lo reflejas en tus facciones, en tus arrugas, en tu sonrisa, en tus alegrías… Lo recuerdo porque él me arrullaba en sus piernas vestidas con su pantalón de manta negro y arriba con su camisa blanca de cuello cerrado. Mientras, la abuela, esa señora seria que conocimos hecha de hierro y creencias, hacía la comida. La riquísima comida que salía de sus manos como encantamientos hechos por una maga de ficción. Y ¡vaya cómo era la generosidad de ambos! Ningún menesteroso, pobre, peregrino o, simplemente, conocido, se fue nunca de esa casa sin un plato de comida, un racimo de plátanos, unas panelas, unas yucas, o un poco de miel. Ejemplo inolvidable, tallado en el mármol de la memoria, el que nos dejó ese matrimonio cuya sangre corre por nuestras venas…

En ese tiempo hubo otro virus, o plaga microscópica que mataba niños: La TOS FERINA. Me llevaron donde mis abuelos a cambiar de ambiente. Tus hermanos y TÚ, que vivían cerca, donde estuve jugando contigo; y mis hermanos y yo, nos salvamos. Recordaba yo, no hace mucho también, que fuimos hijos de la bomba atómica. Fue el regalo que recibimos, apenas habíamos abierto los ojos. Lo demás vino por añadidura y, el resto, por venir, afortunadamente, no lo verás.

Quienes no conocieron a mi abuelo, sólo tienen que mirar tu rostro. Murió de 84 años. Tú no estuviste lejos.

Hace algún tiempo, ya en la universidad, recordábamos esos años, esos personajes y esos mundos que fueron asfixiados por el peso del PROGRESO, a mi juicio, el peor engaño que le han metido a la humanidad, así me traten de romántico. Tú me decías, Jorge, así es la vida. Y sonreías y la disfrutabas. Yo sabía que era así, porque estaba estudiando Historia y Política, que, justamente tenían que ver con el real transitar humano, o sea con los caminos y charcos de cieno maloliente,  y no con esas historietas que nos contaban en la escuela, y en la universidad misma, llenas de incienso, himnos, banderitas y la palabra “patria”, que no era más que un mapa. Y tú repetías, vida no hay más que una, hay que disfrutarla. Por eso vivías alegre y te ibas a disfrutarla.

Yo, en cambio, iba a descerebrarme entre libros y teorías; a buscar una verdad que, al final, sólo se encuentra viviendo. Porque la verdad, es la “experienciación” de la vida.

Mi cuasihermano y amigo: Hoy te fuiste. Quedarás en nuestra memoria, sí, por un tiempo. Como todo lo que es y pasa, porque vendrán otros, otros tiempos, y habrá otros recuerdos. Como tú mismo decías, así es la vida. Tu físico volverá a ser, literalmente, lo que antes fue, polvo de estrella, destino de todos los seres vivientes. Entonces, quizás, en ese futuro donde ya no habrá futuro, los que fueron nuestros átomos, en su baile frenético y con un sentido que de pronto, ni siquiera ellos conocen, se crucen y se miren

y, entonces, pueda ver de nuevo, tu sonrisa y tu voz que me dirá:

“AQUÍ, ESTO ES ASÍ”.

Jorge Mora Forero Weston, Florida, USA, Año II del Virus

Carta a un primo que se fue