viernes. 19.04.2024
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Las Bases de Manresa constituyen uno de los documentos más importantes de la historia del catalanismo.

El catalanismo se encontraba articulado a mediados de la década de los años ochenta del siglo XIX en el Centre Català, pero hacia 1887 entró en una profunda crisis motivada por el enfrentamiento entre la corriente progresista de raíz federal de un Valentí Almirall, y la más plenamente catalanista y moderada en torno al diario La Reinaxença. En el seno de esta corriente había surgido una obra harto conservadora, Los fueros de Cataluña de Josep Coroleu y Josep Pella i Forgas. El libro defendía que solamente los padres de familia tuvieran derecho al sufragio. Más conservador era aún su defensa de que solamente los catalanes nacidos en el Principado pudieran gozar de todos los derechos. Cataluña, por su parte, solamente tendría un carácter católico excluyente. Los autores hacían una profunda crítica al Estado liberal español, a todas sus constituciones, a sus reyes y al que consideraban el jacobinismo de sus políticos, en referencia al centralismo.

Esta corriente abandonó el Centre en noviembre de 1887 para fundar la Lliga de Catalunya. A esta organización se sumaron los jóvenes, algo menos conservadores, del Centro Escolar Catalanista, y que terminarían por ser los prohombres del catalanismo posterior: Francesc Cambó, Enric Prat de la Riba y Josep Puig i Cadafalch. La Lliga se convirtió en la organización catalanista más activa, como lo demostraría su actuación en los Jocs Florals de 1888. En ese momento presentó un segundo memorial de greuges a la Reina Regente donde se hacía una serie de demandas: Cortes catalanas propias, el catalán como lengua oficial de Cataluña, enseñanza del catalán, creación de un tribunal supremo propio, servicio militar voluntario y que la Corona jurara las constituciones fundamentales de Cataluña.

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Postal catalanista de conmemoración del primer decenio de las Bases de Manresa

En 1891, la Lliga de Catalunya tomó una iniciativa importante, la creación de la Unión Catalanista, que fue apoyada por diversas entidades, publicaciones y destacadas personalidades. En marzo de 1892 se celebró su primera asamblea en la localidad de Manresa, presidida por Lluís Domenech i Montaner, siendo el secretario Enric Prat de la Riba. Allí se discutieron y aprobaron unas bases para la Constitución regional de Cataluña, las conocidas como Bases de Manresa, documento casi inaugural del catalanismo. La comisión encargada de su redacción fue presidida por el sacerdote Josep Torras i Bages.

Las Bases establecieron un proyecto autonomista y no independentista, moderado y que intentaba entroncar con las leyes o libertades perdidas en 1714.

Las Bases de Manresa: base del nacionalismo catalán