viernes. 19.04.2024

logo-triptolemosQuizá uno de los puntos más críticos para conseguir la máxima sostenibilidad, es la referente a la reducción de la emisión de CO2 procedente del carbono fijado geológicamente (carbón, petróleo, gases....) ya que este carbono liberado se acumula sin poder fijarse totalmente a materia orgánica por la acción de las plantas verdes.

Hay variedad de líneas de investigación para resolver este problema, pero pueden agruparse en dos grandes tendencias. Una, que podría llamarse “inorgánica” consistente en desarrollar tecnologías para bloquear el CO2 y almacenarlo así fuera del circuito vivo del carbono, no afectando al uso de combustibles fósiles. La segunda, la más realista en estos momentos, es la de reducir drásticamente su uso (de combustibles fósiles) limitando así el CO2 liberado, pero sin limitar las disponibilidades de energía necesaria para el desarrollo e incrementando el uso de componentes y de energía procedentes de circuitos de carbono renovables, que hoy por hoy pasan por la biotecnología de la fotosíntesis.

La fotosíntesis (creación de materia orgánica a partir de CO2) es la única vía de producir compuestos orgánicos a partir de CO2 (inorgánico) y por ello, el único instrumento eficaz para esta doble misión: fijar carbono inorgánico (CO2) y producir compuestos orgánicos de estructuras complejas y/o poliméricas (aceites y grasas, almidones, celulosas, pectinas, proteínas...). Todo un campo de posibilidades para incrementar la sostenibilidad: a la vez que se fija CO2 se producen compuestos que pueden substituir a los combustibles fósiles: biocombustibles a partir de maíz fermentado o a partir de grasas comestibles, por ejemplo. Solución perfecta con los medios actuales en el aspecto de la sostenibilidad de la energía, y una solución correcta si prioritariamente queremos salvar al planeta.

Pero, ¿qué pasa con el “homo sapiens” que le habita? Porque resulta que su sostenibilidad, refiriéndonos a la pura subsistencia (obtención de la energía necesaria para vivir a partir de los alimentos), pues depende de los componentes elaborados por las plantas verdes. Y por tanto, nos encontramos ante dos enfoques conceptualmente enfrentados de sostenibilidad, ya que la situación introduce un nuevo aspecto al puramente técnico, el aspecto político con mayúsculas. Dilema difícil pero que hay que afrontar, y ya se dan los primeros síntomas, el uso del maíz para biocombustibles, ha provocado su incremento de precio, y como consecuencia con problemas de estabilidad política ya la vez que desnutrición en los países en que su uso es mayoritario.

fotointesis

El problema pilota en la orientación política del tema, que va por detrás de las innovaciones tecnológicas. Los químicos ya desarrollan los “bioplásticos” para corregir la poca sostenibilidad y la degradación del medio por los plásticos producidos a partir de derivados del petróleo. Nadie cuestiona que tenemos un problema con el uso indiscriminado de plásticos, de hecho Francia ya ha puesto fecha (2020) para su total desaparición. Así pues, la obtención de plásticos a partir de almidones, celulosas, caseína láctica..., todos productos agrarios, o incluso a partir de otras plantas o de fracciones no comestibles, pero, el caso es que en muchos casos se continua utilizando suelo agrícola o agua. Los investigadores involucrados en los bioplásticos son concientes de que es necesario un consenso sobre el tema y han lanzado una declaración en la que manifiestan que el uso de componentes agroalimentarios no debe perjudicar el sistema alimentario humano en cualquier aspecto. El tema es que se intenta buscar solución a un problema, y se puede crear otro potencialmente más complejo por sus muchas implicaciones o consecuencias en la disponibilidad de alimentos. La contribución al consumo energético total de la energía alimentaria es pequeño (inferior al 5%). No hay que descuidarse en reducirlo pero hay que evitar que sus recursos afecten al sistema alimentario en su función fundamental de fomentar la vida.

Simultáneamente a estas declaraciones de estrategia deben existir realidades que potencien todo tipo de investigación e innovación de los mecanismos de la producción fotosintética y sus complementos necesarios, hoy, suelo y agua. Cuanto más productivo sea el sistema menos tensiones producirán sus diversos usos. Declaración de intenciones correcta que debe abrir las puertas a los acuerdos y acciones políticas y decisión de prioridades. Eistein, Oppehaimer, Fermi y otros también firmaron declaraciones contra el uso militar de la energía atómica y el resultado ha sido una guerra, por el momento, de reservas nucleares. En este caso el resultado de una falta de política real y solidaria nos llevaría a un planeta más sostenible pero probablemente con más hambre.

A nadie se le escapa a estas alturas que todas las personas que estamos implicadas en los diferentes aspectos relacionados con el sistema alimentario, tenemos finalmente la responsabilidad social de producir alimentos suficientes, de calidad y asequibles para alimentar a una población en aumento, y todo ello en un entorno de ética y sostenibilidad y con unos recursos limitados.


Fundación Triptolemos para el desarrollo agroalimentario desde el 2002 colabora en la optimización y articulación del funcionamiento del sistema alimentario, para que redunde en una mayor disponibilidad y calidad de los alimentos, en la confianza y dignificación, en un entorno de sostenibilidad global, en la convicción de que no puede haber un desarrollo sostenible y equilibrado socialmente si, en la base, el sistema alimentario global no mantiene el equilibrio entre sus actores. 

Por Yvonne Colomer | Directora de la Fundación Triptolemos 

Sostenibilidad, planeta e individuo: ¿Cómo lo hacemos?