sábado. 20.04.2024
cristina
(Fotos: Casa Rosada)

@jgonzalezok / La presidente argentina, Cristina Fernández, acaba sus ocho años de gobierno con algunos récords. En las ocho ocasiones en las que pronunció el discurso de apertura de la Asamblea Legislativa, una especie de discurso sobre el estado de la nación, no había pronunciado más que una sola vez la palabra inflación, a pesar de que el problema es realmente serio desde el año 2007. Fue en el 2012 y este año, el último de su presidencia, hizo una breve referencia, aprovechando que en estos dos últimos hubo una desaceleración de los precios internos.  

La presidente no habló de inseguridad –que solo mencionó cuatro veces en todos estos años- ni de corrupción ni de narcotráfico. Es decir, ignoró los temas mencionados en las encuestas como las principales preocupaciones de la Argentina. Este año la presidente batió otro récord, el de duración de su discurso, que había establecido en 2013 con 3 horas y 40 minutos. Este domingo, superó la marca por un minuto.

El vicepresidente, Amado Boudou, que en condiciones normales tendría que haber presidido la Asamblea y dado la bienvenida a la presidente, no estuvo y así se evitó el rechazo de la oposición. Dos veces procesado e investigado en otras causas por corrupción, fue enviado a la toma de posesión de Tabaré Vázquez en Uruguay, donde no pudo evitar una apretada silbatina cuando su nombre fue mencionado al saludar al mandatario uruguayo.

El discurso de la presidente tuvo lugar tres días después de que el juez Rafecas desestimase las denuncias del fiscal Nisman contra la presidente y otros funcionarios por el caso AMIA. Esto le dio a Cristina Fernández un balón de oxígeno político y podría haberse pensado que iba a rebajar sus ataques a la Justicia. Por el contrario, redobló su apuesta y fue su discurso más duro contra los integrantes del poder judicial.

A los que acusan al gobierno del avance sobre la justicia y reclaman la independencia de los poderes, les dijo: “últimamente el Partido Judicial se ha independizado, pero de la Constitución, de las leyes, de los códigos, de todo el sistema normativo vigente. Y entonces sustituye lo que es una atribución específica del Poder Ejecutivo Nacional, votado por el pueblo, y del poder legislativo”

Y achacó a la justicia y a la Corte Suprema la falta de avances en la investigación de los dos grandes atentados que ha sufrido Argentina, el de la embajada de Israel (1992) y el de la mutual judía AMIA (1994). “Si hay demoras en el juicio de encubrimiento de la AMIA miren para otro lado”, afirmó, al tiempo que las cámaras de la televisión pública enfocaban la cara de Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema, visiblemente incómodo. Y, en un momento de cierta violencia verbal, la presidente argentina pidió que bajaran los carteles que estaban exhibiendo algunos parlamentarios de la oposición, exigiendo que se abran los archivos secretos del caso AMIA.

Esta nueva arremetida contra la Justicia marca la tendencia que hay que esperar en los próximos meses. “El problema es cuando la justicia los investiga y los imputa”, diría después el senador Ernesto Sanz (UCR). La decisión del juez Rafecas desestimando la denuncia contra Cristina Fernández por encubrimiento en el caso AMIA está todavía pendiente de una apelación del fiscal. Y en los tribunales hay unas 300 causas por corrupción contra altos funcionarios del Estado, incluyendo a la presidente y el vicepresidente, que darán nuevos quebraderos de cabeza a la mandataria.

Al hablar de la misteriosa muerte del fiscal Alberto Nisman, Cristina Fernández dijo lamentarlo mucho, “como lamento la muerte de cualquier argentino, de cualquier ser humano”. De esta forma perdió nuevamente la oportunidad de rendirle un homenaje, como se le reclamó en la multitudinaria marcha del pasado 18 de febrero. También hizo referencia a la documentación encontrada en una caja fuerte del fiscal, fechada en diciembre de 2014 y sostuvo que la misma decía exactamente lo contrario de lo que dijo luego en su denuncia. “Es una vergüenza y un bochorno, ¿con cuál Nisman me quedo?”.

Pero no solo de la Justicia habló la presidente. Empezó su discurso mencionando un tuit del periodista Joseph Cotterill, del Financial Times, sobre el bueno desempeño de los bonos argentinos. Pero no mencionó el mensaje en el que añadía: “obviamente, está el pequeño asunto de que los bonos no se pagan en el momento”. Antes de terminar su discurso, el mismo periodista agradecía la mención a la presidente y remachaba: “me temo que el precio de los bonos aumenta a medida que se agota el tiempo de su presidencia”.

“Hemos desendeudado definitivamente a la República Argentina”, proclamó la mandataria, aunque en esta Argentina sin estadísticas fiables es riesgosa la afirmación. Y en los últimos días hay especialistas que están hablando ya de la herencia maldita que recibirá el próximo gobierno. Entre otras cargas, una deuda interna pavorosa. 

El sitio Chequeado.com, que analiza los discursos de los funcionarios y de los políticos, en general, estudió ocho de las principales afirmaciones que hizo la presidente en su discurso. Encontró tres falsas, dos verdaderas, dos exageradas y una insostenible. 

La oposición destacó que Cristina Fernández, fiel a su estilo, no concedió la menor autocrítica. “La principal novedad de este último discurso ante la Asamblea Legislativa de la era K es la profundización de la jactancia”, dijo el columnista del diario La Nación Pablo Mendelevich, autor del libro El relato kirchnerista en 200 expresiones. El discurso autoreferencial ya es una marca de fábrica, pero el fin del ciclo –dejará la presidencial el próximo 10 de diciembre- acentúa el empeño de intentar dejar su marca en la historia del país.

Entre los anuncios, destaca que los ferrocarriles pasarán a ser administrados por el Estado. En realidad, las empresas ya habían sido estatizadas en los últimos años, pero algunos ramales seguían gestionados por privados o por sociedades mixtas.

En la calle, la militancia movilizada para el acto por dirigentes del conurbano, trasladados en cientos de autobuses, se mezclaba con gente común. Se llenó la plaza del Congreso y se trató de que esta presencia contrastara con la manifestación silenciosa del 18 de febrero, claramente opositora. 

Cristina Fernández arremete de nuevo contra la Justicia