viernes. 29.03.2024
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En el domicilio de Nisman se encontró una nota para su empleada doméstica, con instrucciones para la compra

@jgonzalezok / La causa de la muerte del fiscal argentino Alberto Nisman sigue siendo un misterio y las dudas que se están generando ponen al gobierno en una situación difícil. Una encuesta de la empresa Ipsos señala que el 70% de los consultados cree que fue asesinado, mientras que solo un 18% cree en el suicidio. Entre los que creen en la versión del asesinato, un 57% lo vincula al gobierno y un 21% a los servicios de seguridad. Esta misma encuesta indica que el 82% cree que la denuncia que hizo el fiscal contra la presidenta es creíble.

La presidente, Cristina Fernández, volvió a hablar del tema a través de Facebook. Y ha vuelto a echar mano de una teoría conspirativa y desestabilizadora, en la que involucra al Grupo Clarín, que el gobierno eligió como su principal enemigo desde el 2008. Para sostener su posición, publicó tres portadas del diario Clarín de estos días: la primera que dio cuenta de la gigantesca manifestación en París por el atentado contra la revista Charlie Hebdo; la segunda, que afirma que el ministro de Exteriores, Timerman, recibió la orden de no participar en la marcha; y la tercera, que da cuenta de la acusación del fiscal Nisman contra la mandataria. “¿Es casualidad que esta tercera tapa (portada) secuencial de Clarín sea precisamente este hecho?”, se pregunta. 

El Grupo Clarín respondió con una nota institucional en la que afirma que “ofende la inteligencia y parece una burla a la misma sociedad”. Sostiene también que es paradójico que todo el aparato de comunicación del gobierno, con sus portavoces, sus medios oficiales y paraoficiales, sea el que estigmatizó al fiscal y lo acusó de las peores conductas. “Que frente a eso se pretenda culpabilizar a los medios que justamente le dieron espacio al doctor Nisman para difundir su trabajo, es de una aberración pocas veces vista”. También defiende las portadas del diario aludidas por la presidenta, por su rigurosa actualidad y su contenido incuestionable, que solo responden a la lógica periodística.

¿Qué hacía el secretario de Seguridad, Sergio Berni, en la escena del suceso, antes de la llegada de la fiscal encargada del caso? Este es uno de los muchos interrogantes que alimenta la imaginación de los argentinos, habitualmente fértiles a la hora de tejer conspiraciones. ¿Pudo manipular alguna prueba, el secretario Berni? Recordemos que el fallecido fiscal acababa de acusar a la presidenta, Cristina Fernández, al ministro de Exteriores, a varios dirigentes del kirchnerismo y a varios agentes de inteligencia, de haber urdido un plan para encubrir a los iraníes acusados por el atentado a la mutual judía AMIA, en 1994, con un saldo de 85 muertos.

A lo largo de este martes, 20 de enero, la policía siguió llevándose elementos de la oficina de Nisman. En su domicilio se encontró una nota para su empleada doméstica, con instrucciones para la compra, lo que desalienta la versión del suicidio. En las manos del fiscal no se encontraron rastros de pólvora, que podrían aparecer si fuese él mismo el que se disparó el tiro en la sien. No obstante, la fiscal a cargo de la investigación, Viviana Fein, aseguró que el pequeño calibre del revolver, un 22, puede dar resultado negativo. La ex esposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, de la que estaba separado hace tres años, dijo que no podía hacer conjeturas sobre lo sucedido.

En las últimas horas se pudo conocer la denuncia completa del fiscal Nisman. Valgan como muestras dos párrafos: “la decisión deliberada de encubrir a los imputados de origen iraní (…) fue tomada por la cabeza del Poder Ejecutivo Nacional, la doctora Cristina Elisabet Fernández de Kirchner e instrumentada principalmente por el ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación, Sr. Héctor Marcos Timerman”, El fiscal también escribió en su informe que “el plan de impunidad pergeñado por la Presidenta incluyó un cambio de hipótesis y un redireccionamiento de la investigación judicial del caso AMIA, hacia nuevos imputados, fundado en pruebas falsas y destinado a desvincular definitiva y fraudulentamente a los acusados iraníes”.

Las reacciones del gobierno, empezando por la propia presidenta, no ayudan a dar certidumbre de que la verdadera causa de la muerte del fiscal Nisman se llegue a esclarecer. Tampoco que sus denuncias por el atentado de la AMIA se investiguen a fondo. En la Justicia Federal, además, hay estupor porque un juez amigo del secretario de Seguridad, Sergio Berni, es el que investiga la muerte del fiscal.

Desde el punto de vista político, es el momento más difícil desde que los Kirchner llegaron al poder, en el 2003. En el gobierno se insiste en la versión del suicidio –la más conveniente-, aunque también la de una supuesta guerra entre sectores enfrentados de los servicios de inteligencia. En este sentido, se destaca el nombre de Jaime Stiusso, hasta hace días jefe de Operaciones, que se vio desplazado después de muchos años en el cargo.

Para la credibilidad del gobierno es imprescindible que la causa AMIA siga adelante, que se investiguen las acusaciones del fiscal y que no se intente desactivar mediante la manipulación de pruebas o el impulso de investigadores, jueces o fiscales que no den prueba de imparcialidad.

Un comunicado del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que dirige el periodista Horacio Verbitsky, un fiel aliado del gobierno, aunque con cierto margen de independencia, ha puesto en entredicho la postura del ejecutivo, al denunciar que el éxito de las maniobras para encubrir el atentado, “muestra los vínculos afianzados entre sectores de la justicia federal, de las agencias de inteligencia, de las fuerzas de seguridad y del sistema político”.

Desde el punto de vista político, el daño es tremendo, a solo unos meses de las próximas elecciones generales. Época de vacaciones estivales –estamos en el verano del hemisferio sur-, los argentinos vivían estos días más pendientes de la playa que del mundo político. Incluso muchos lograron aparcar las preocupaciones económicas qiue no dejan de agobiar al ciudadano común. Pero esta muerte cambia todo y está conmoviendo a la sociedad.

Ante el temor de que el malestar social lleve a nuevas protestas populares, el gobierno decidió reforzar las medidas de seguridad frente a la Casa Rosada. Hace unos años que se pusieron rejas a unos metros del perímetro del edificio. Y a mitad de la Plaza de Mayo, frente a la casa de gobierno, también había vallas que se usaban a criterio de la policía. Estas vallas fueron soldadas en las últimas horas para ofrecer mayor resistencia. El mayor temor del gobierno es que se repitan escenas como las de diciembre de 2001, cuando la gran hecatombe social acabó con el gobierno de Fernando De la Rúa.

Muchas dudas sobre la muerte del fiscal argentino que investigaba el atentado a la...