jueves. 28.03.2024
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Christine Lagarde y Mauricio Macri

La relación entre Argentina y el FMI tiene su origen en 1956, aunque en aquella primera instancia no existían vínculos amigables

El encuentro entre la representante del FMI y Mauricio Macri – que tuvo lugar en la quinta presidencial de Olivos- duró tan sólo cincuenta minutos durante los cuales, según informaron fuentes oficiales, Christine Lagarde observó muy positivamente las medidas económicas que está tomando el macrismo.

La noticia de los elogios de la titular del FMI al equipo de gobierno se tradujo en auspiciosas portadas a través de las cuales los medios del poder se afanan en sostener la imagen del presidente. La fracción de la sociedad cuyos estados anímicos dependen de la “verdad” que leen a diario, se ha convencido de los beneficios que le deparará al país esta nueva relación carnal con la entidad financiera que, sin embargo en repetidas ocasiones, no hizo más que precipitar históricas debacles económicas.

La relación entre Argentina y el FMI tiene su origen en 1956, aunque en aquella primera instancia no existían vínculos amigables. En los primeros tiempos, que abarca desde fines de la década del 60’ a principios de los ’70, las relaciones con el Fondo eran de carácter coyuntural; es decir que se apelaba a él cuando existían un desequilibrio de corto plazo o un desbalance de pagos. En esa etapa, más precisamente en 1967, Juan Domingo Perón sostenía que  “en todos los países adheridos al FMI se sufren las consecuencias y se escuchan las lamentaciones”.  Y a su reflexión Perón agregaba “Cuando en 1946 me hice cargo del gobierno , la primera visita que recibí fue la del presidente del Fondo Monetario Internacional que venía a invitarnos a que nos adhiriéramos …. Se trataba de un nuevo engendro putativo del imperialismo”.

Fue el gobierno del general Pedro Aramburu el que se unió por primera vez al organismo, aceptando un crédito de 100 millones de dólares del Eximbank, 75 millones del FMI y otros 80 millones de bancos y empresas norteamericanas. Es el inicio de una cadena de préstamos que se sucederían por cinco décadas.

Hasta instalarse la crisis de la deuda las recomendaciones del Fondo eran de ajuste a corto plazo, pero no interferían en la estrategia general económica. “Si consideramos que el mal de nuestros países radica expresamente en su descapitalización y su endeudamiento, del que jamás se logra salir, podemos apreciar las ventajas que pueden acarrearnos las ayudas prometidas que nos obligan a someternos a exigencias sociales y políticas que, por intermedio del Fondo Monetario Internacional, llegan por el conducto económico”, sostenía Perón en su tercera presidencia.

El golpe de Estado de 1976 trajo la apertura económica impulsada por José Alfredo Martínez de Hoz, que logra – a costa de un endeudamiento feroz-  el control sobre los precios. En ese período la deuda argentina pasó de 7.800 millones de dólares en 1975, a 27.100 millones en 1980. Argentina se convirtió entonces en el país del mundo con mayor deuda externa per cápita.  Allí, según el economista Aldo Ferrer, se produce el “punto de disparada de la deuda que excede la solvencia del país y ata toda la política económica a los criterios del Fondo y los mercados”.

A partir de entonces el camino hacia el default era ya un hecho inevitable, como también las consecuencias sociales que el pago de la deuda trajo consigo. Los recortes en pos de cumplir con los compromisos económicos adquiridos afectaron a la fracción más vulnerable de la sociedad, llegando el país a registrar un alto grado de mortalidad infantil por causa del hambre, de la carencia de insumos en hospitales, y del abandono total de la asistencia estatal.

La conclusión de la peligrosidad de los compromisos adquiridos con el FMI quedó al descubierto durante los años ’90. Fue finalmente el gobierno de Néstor Kirchner el que produjo un distanciamiento con el Fondo, que se extendió por más de diez años. El 17 de septiembre de 2004, el fallecido ex presidente argentino decidió no firmar un nuevo acuerdo con el organismo; una decisión que antecedió a la cancelación de la deuda que se produjo dos años más tarde.

Con Macri regresa el FMI a la Argentina. La deuda externa creció al 35 por ciento desde su llegada al poder.  Economistas del Financial Times aseguran que la deuda a 100 años tomada por Argentina, es “impagable”. El Fondo lo sabe. Macri, ignorando las predicciones, avanza en la misma dirección por la que otros célebres mandatarios encaminaron al país hacia un ineludible desastre.  

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