jueves. 25.04.2024
cuartos

Merece la pena hablar de este trinomio en una realidad como la colombiana. La selección nos ha llevado a cuartos de final en este mundial de fútbol 2014, las celebraciones en el país han estado signadas por hechos violentos y muertes que nos llenan de preocupación porque muestran la cara más amarga de una sociedad donde la vida vale poco.

“Los deportes tienen el poder de cambiar el mundo”, dijo Nelson Mandela

Contrariamente a lo que significa el deporte en vida prolongada y mejora de la salud y el bienestar, los triunfos de la selección suponen riesgo y dolor por celebraciones desmedidas combinadas con licor y desafueros. Al punto que en varias ciudades al partido de la selección le acompaña la prohibición de venta de licor y harina con la que tradicionalmente se festejan triunfos. Lanzar polvo indiscriminadamente a transeúntes pueden encontrar por respuesta la violencia y la muerte. No es agradable en medio de la alegría que ha dado la selección a los/as colombianos/as en este mundial develar esta triste realidad.

El papel positivo e importante en nuestra salud emocional que desempeña el deporte, en este caso en vez de establecer valiosas conexiones sociales, ofreciendo a menudo oportunidades que la historia ha demostrado positivas.

El deporte se ha convertido en un lenguaje universal, que fomenta la paz, la comprensión y la tolerancia entre los seres humanos. Ha unido a los pueblos sin importar las fronteras, las culturas e incluso las religiones. Las competiciones son un espacio de encuentro para todos: sin diferencias.

“Los deportes tienen el poder de cambiar el mundo”, dijo Nelson Mandela. Frase elocuente de lo que significó el rugby para el exprisionero y primer presidente negro de la República de Sudáfrica. “El deporte tiene el poder de inspirar, unir a la gente, y crear esperanza donde alguna vez hubo solo desesperanza. Es más poderoso que el gobierno para romper barreras raciales”.

El uso el deporte unificó el país en aquella Copa del Mundo de 1995 en la que su nación fue anfitriona. Previa a su celebración, algunos/as descreídos/as auguraban un estallido de violencia racial. Sucedió lo contrario. Nelson Mandela lo aprovecho para lograr armonía consiguiendo mezclar el orgullo y la esperanza del pueblo. Aquella Copa la gano el país organizador, y el rugby pasó de ser un símbolo de opresión a formar parte del orgullo nacional.

Quince años después Sudáfrica hospedó el Mundial de Futbol y el expresidente Mandela hizo su última aparición pública. En esta ocasión el fútbol fue crucial para creer que podían lograr lo que muchos creyeron imposible, y ese país estará por siempre agradecido a Madiba y el deporte.

Colombia no es Sudáfrica ni tenemos un Mandela, pero sí podemos cambiar ese sino de violencia aun en los momentos de inmensa alegría por estar por primera vez en cuartos de final. Estos triunfos de la selección nos deben dar la convicción, el orgullo y la unidad para lograr la convivencia. No hay razón para que una celebración se convierta en gresca, reyertas y muertes. Se echa en falta la pedagogía política de los gobernantes para cosechar estos triunfos y canalizarlos de forma positiva con calma y tranquilidad, como dijo el alcalde Gustavo Petro “celebrar en paz, para algún día celebrar la paz”.

Tomemos esta idea fuerza para estos días de triunfos deportivos.

Fútbol, cuartos y convivencia