miércoles. 24.04.2024
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@jgonzalezok / El recién terminado mundial de fútbol de Brasil abrió un paréntesis en la vida de millones de personas, especialmente en América Latina, donde esta vez hubo una gran cantidad de participantes del continente, que además tuvieron un papel muy destacado. En el caso de Brasil y Argentina, además, los gobiernos apostaron a calmar las inquietudes sociales respectivas.

En Brasil, las protestas que sorprendieron al gobierno de Dilma Rousseff en las semanas previas a la Copa, se calmaron hasta el desastre del 7 a 1 con Alemania. Hubo algunos conatos después del partido –en Sao Paulo se quemaron 20 autobuses-, pero sin llegar a ser preocupantes.

La humillación por el cuarto puesto en la copa –sin hablar del papelón de los dos últimos partidos- y el malestar por el gasto excesivo en que incurrió el gobierno para organizar la Copa, no son todavía mensurables. Nadie puede todavía asegurar si tendrán consecuencias electorales, a menos de tres meses de la cita con las urnas.

Hace solamente un año, Dilma Rousseff tenía un índice de popularidad en torno al 80 % y se presentaba como prácticamente imbatible  Pero desde entonces registró una brusca caída y hubo sectores del PT que plantearon incluso que el candidato volviera a ser el ex presidente Lula. Las últimas encuestas le dan a Dilma un 38 % en intención de voto y los otros dos competidores directos se están acercando: Aécio Neves, del PSDB, tiene un 20 % y Eduardo Campos, del PSB, un 9 %. Con estos resultados sería necesaria una segunda vuelta. .  

Las previsiones económicas para este año se resumen en desaceleración económica e inflación, que siempre juega en contra de cualquier gobierno. El crecimiento del PIB será muy modesto, del 1,05 %, inferior a lo que el Banco Mundial espera como media en América Latina, que es del 1,9 %. Muy lejos de la situación hace cuatro años, cuando se crecía al 7 %. Pero, afortunadamente para Brasil, el mismo Banco Mundial prevé un 2015 mucho mejor, con un crecimiento del 2,7 %. La inflación este año seguirá alta, 6,48 %, frente a una previsión del gobierno que imaginó una horquilla del 4,5 % al 6,5%. Las tasas de interés se calcula que estén a fin de año al 12 %.

Teniendo en cuenta que las protestas se desataron por un aumento en el precio del transporte urbano -aunque luego se sumaron otras demandas al descontento-, el gobierno de Dilma Rousseff ha tomado en las últimas semanas algunas medidas para cortejar a la clase media y los sectores populares. La Bolsa Familia, principal programa social del gobierno y que alcanza a 36 millones de hogares, subirá un 10 %  Para los sectores medios, se anunció que el impuesto a las ganancias sufrirá una rebaja del 4,5 %. Y prometió mantener su política de aumentos del salario mínimo.

En Argentina, el fin del mundial trajo una bofetada en forma de disturbios, que devolvió a los argentinos a la más cruda de las realidades. Se mantuvo hasta el final la ilusión de una tercera Copa y el gobierno, con una asfixiante propaganda televisiva, intentó sacar réditos al buen desempeño de los jugadores, mezclando sus logros con los del gobierno de Cristina Fernández.

Pero la Copa no logró del todo distraer la atención sobre los problemas. El procesamiento por supuesta corrupción del vicepresidente, Amado Boudou, logró colarse en la actualidad. Y ahora le espera un nuevo paso por los juzgados, donde otra de las causas abiertas investiga sobre un coche con papeles falsos. Un caso menor, pero no para un vicepresidente.

El futuro de Boudou es cada vez más oscuro. Aunque la presidente, Cristina Fernández, lo envió para que encabezase los festejos del 9 de Julio, día de la Independencia, la semana pasada no pudo presidir la sesión del Senado, ante la amenaza de parte de la oposición de retirarse del recinto. Una postura que prometen mantener cada vez que se deje ver por el Senado.

Otros opositores plantean quedarse y aprovechar para leerle cada vez parte del escrito del juez en el que razona su procesamiento, aprovechando además que Boudou tiene la obligación de presidir las sesiones, pero no puede hablar.

Los próximos días también deben traer para Argentina alguna definición sobre el pago a los fondos buitre, que ganaron el pleito sobre los bonos de la deuda. El juez Thomas Griesa ordenó que Argentina negocie con sus acreedores cómo van a pagar, mientras el gobierno intenta encontrar una fórmula creativa que le impida caer en el default y no reabrir el caso con los tenedores de bonos que aceptaron el canje en 2005 y 2010, con una quita importante.

Entretanto, las noticias no son nada alentadoras: cae el precio internacional de la soja, principal exportación de Argentina, hay caída en la actividad industrial, hay un deterioro  real de los salarios y hasta ha disminuido el consumo en los supermercados, claro signo de que la crisis es realmente seria. La inflación, que en los últimos meses se había moderado –si se puede hablar así de un 2 % mensual-, se espera que registre un repunte en julio, tras aumentos importantes en transporte, combustibles y alimentos. 

Después del Mundial… la realidad