jueves. 18.04.2024
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Centro de Lanzamiento de Alcántara.

Brasil podría verse obligado a indemnizar a sus hasta ahora socios con 572 millones de euros

Durante mucho tiempo el milagro económico brasileño parecía tan imparable que iba a permitir al gigante sudamericano alcanzar las estrellas. Sin embargo, con una recesión prevista del 1,5% de su PIB para este año, lo que significará su quinto año consecutivo de desaceleración, las estrellas parecen más lejanas que nunca. Tanto que el gobierno que preside Dilma Rousseff ha decidido oficialmente renunciar a ellas. Y así se lo comunicó oficialmente el pasado 16 de julio el ministro de Asuntos Exteriores Mauro Vieira al embajador ucraniano Rostyslav Tronenko informándole de poner fin de forma irrevocable al acuerdo entre ambos países para impulsar la carrera espacial de Brasil, según recoge el portal especialidado DefesaNet.

El acuerdo firmado en 2006 entre Brasilia y Kiev tenía como objetivo la construcción del Centro de Lanzamiento Alcântara, en el estado de Maranhão. El centro espacial pretendía poder poner en órbita satélites con cerca de cuatro toneladas de peso hasta 400 kilómetros de la superficie terrestre. Para su ejecución ambos países constituyeron una sociedad, la Alcântara Cyclone Space. El coste total del proyecto se estimaba en 1.000 millones de reales (286 millones de euros) y las previsiones eran que todo estuviera operativo desde 2010. La intención era lograr a partir de ese año la rentabilidad económica del plan mediante el lanzamiento de satélites, tanto propios como de terceros países, con un coste aproximado de entre 30 y 50 millones de dólares.

Sin embargo, tras haber invertido Brasil unos 500 millones de reales (unos 143 millones de euros) durante todos estos años en la construcción del centro de lanzamiento, el proyecto parece haber entrado en un callejón sin salida. De hecho, la polémica no ha dejado de acompañar este proyecto. Así, los trabajos de construcción del complejo espacial en Maranhão fueron adjudicadas en 2010 sin licitación a dos empresas, Oberbrecht y Camargo Corrêa, actualmente investigadas por casos de corrupción política.

Por su parte, Ucrania asumía la fabricación del Cyclone-4, el cohete encargado de poner en órbita los satélites. Según informaba el pasado febrero el diario O Globo, los ucranianos ya han concluido el 87% de la construcción de estos artefactos, aunque se estaba pendiente de que se ejecutara la parte tecnológica. Hoy distintas piezas de este cohete para transportar satélites se encuentran almacenadas en Brasil y Ucrania, aguardando un futuro cada vez más incierto.

En cualquier caso, tal y como destaca DefesaNet, desde 2013 Brasil cortó sus contribuciones de capital al proyecto, lo que provocó las quejas de la contraparte ucraniana. Además, Brasilia no habría avanzado nada en una cuestión clave para el proyecto: la necesidad de alcanzar un acuerdo de colaboración tecnológica con Estados Unidos sin el cual estaría inhabilitada para poder lanzar satélites de cualquier país, e incluso propios, ya que todos incluyen componentes tecnológicos norteamericanos. Esta paralización quedaría definitivamente confirmada tras la carta enviada ahora por Vieria al embajador Tronenko. Ahora la incógnita está en las repercusiones que esta renuncia puede tener para el gobierno brasileño. En este sentido, DefesaNet estima que Brasil podría verse obligado a indemnizar a sus hasta ahora socios con más de 2.000 millones de reales (572 millones de euros).

Un sueño que se convirtió en una pesadilla de 21 muertos

La decisión de Brasilia de romper estos acuerdos con Ucrania pone fin al viejo sueño brasileño de protagonizar su propia carrera espacial. Sueño cuyos primeros intentos acabaron en la más de las absolutas de las pesadillas. Ocurrió el 23 de agosto de 2003 en la base de Alcântara, cuando solo faltaban tres días para el lanzamiento del cohete VLS-1 V03 con la misión de poner en órbita dos pequeños satélites, uno meteorológico y otro universitario. Era el tercer intento, tras los dos fracasos registrados en meses anteriores.  Todo parecía ir bien, cuando de repente irrumpió la tragedia. Un incendio, seguido de varias explosiones, destruía por completo el cohete y parte de las instalaciones, segando la vida de 21 personas. Los más destacados especialistas del programa aeroespacial estaban entre las víctimas. Además se cuantificaron pérdidas valoradas en más de 34 millones de reales. La investigación puso de manifiesto una concatenación de fallos materiales, consecuencia en gran medida de los recortes económicos sufridos por el programa.

Brasil confiaba en superar aquel durísimo golpe gracias al acuerdo firmado con Kiev. Ahora, el país dice adiós a su programa espacial, obligado por la crisis económica a poner nuevamente los pies en la tierra.

Brasil dice adiós a su carrera espacial