viernes. 29.03.2024

fernando-iglesias@jgonzalezok / El escritor, periodista y ex diputado (Coalición Cívica) Fernando Iglesias es el autor de Es el peronismo, estúpido (Editorial Galerna), uno de los libros más provocativos e interesantes de los últimos meses en Argentina. A horas de que Cristina Fernández abandone definitivamente el poder, después de 12 años de kirchnerismo –cuatro de su marido, Néstor, los últimos ocho en solitario-, el balance que hace Iglesias es demoledor. Este es el resultado de su charla con Nuevatribuna.

Javier M. González | Los Kirchner instalaron la idea de que eran una etapa superior del peronismo. ¿Tiene alguna lógica, esta pretensión?

Fernando Iglesias | Yo creo que sí, una de las tesis del libro es esa y titulo así uno de los capítulos. Ahí resalto las enormes similitudes que ha habido en muchísimas cosas. Desde la agresión a la justicia, la persecución de la prensa independiente, la concepción del Estado como una propiedad del partido en el poder, la distinción entre un partido que se creía la encarnación completa de la patria y el pueblo y por lo tanto calificaba a sus adversarios políticos de enemigos, de antipatria, de gorilas, de cipayos. Y también la parte económica, que también fue muy similar. Nadie se acuerda de eso, pero el auge distribucionista de Perón duró tres o cuatro años, del 46 al 48 o 49, se agotó y el resto del segundo gobierno peronista fue marcado por una política económica que se parece más que a la política de los Kirchner, a la política de Menem. Y que se repite también ahora, acá lo que hemos tenido han sido básicamente tres o cuatro años de plata dulce, con Néstor Kirchner, que pagamos duramente en los dos mandatos de Cristina Kirchner.

¿Eran Néstor y Cristina peronistas?

Lo son, así se proclama la presidenta de la nación, lo ha sido siempre. La polémica sobre si los Kirchner son peronistas o no es una polémica surrealista típica de un país que queremos dejar atrás. Es como discutir si Aznar es del PP. Siempre militaron en el peronismo, son afiliados peronistas, gobernaron una provincia por el Partido Justicialista, fueron representantes y legisladores en las cámaras provinciales y nacionales, como diputados y senadores del Partido Justicialista, han ido a las elecciones reiteradamente llevando en su boleta Partido Justicialista/Frente para la Victoria, se proclaman peronistas. Es decir, es el viejo chiste: tiene cabeza de gato, patas de gato, cola de gato, bueno, es un gato, no hay mucho que discutir.

Lo preguntaba sobre todo por aquella anécdota, no sé si apócrifa, cuando Cristina recibe un pedido de ayuda económica para levantar una estatua a Perón, y ella responde, para ese viejo de mierda nada.

Eso podría ser una frase que podría haber pronunciado Rajoy con respecto a Aznar, para poner un ejemplo. Siempre dentro de un partido hay grandes tensiones y hay gente que se odia dentro del mismo partido. Que en la Argentina una frase como esa se tome como una demostración de que Cristina no es peronista, eso sí es lo original de la Argentina y lo que demuestra, si uno lo analiza un poco, debajo de la superficie, la extrema debilidad de todas las instituciones argentinas, empezando por los partidos políticos. En donde se conciben las relaciones de poder y las organizaciones políticas en simples términos de simpatías y antipatías individuales. Bueno, no lo son, hay una pertenencia partidaria, hay un carné de afiliación, hay un sistema de poder, el Partido Justicialista, que algunos dicen que no existe, pero que ha gobernado 24 de los últimos 26 años de la Argentina, con resultados desastrosos.

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También se habla del kirchnerismo como una unidad. Pero los resultados económicos de Néstor y Cristina han sido muy diferentes.

El peronismo ha tenido a disposición tres ciclos de una década, con Perón, con Menem y con los Kirchner

Sí, también lo han sido los primeros años de Perón de los segundos años de Perón. Ése es el esquema económico del populismo que se ha repetido en los tres ciclos peronistas. El peronismo ha tenido a disposición tres ciclos de una década, con Perón, con Menem y con los Kirchner, como ningún otro partido en la Argentina. Y en los tres ciclos han hecho lo mismo: un ciclo inicial de tres o cuatro años de redistribución y dilapidación de recursos, de aumento de salarios y mejoras en las condiciones de vida, sin ningún tipo de sustentabilidad en el largo plazo, porque no hubo desarrollo, no hubo inversiones, no hubo una mejora del perfil productivo, no hubo mejoras en la educación… Entonces, todo eso, después de tres o cuatro años se cayó y dio origen a los siguientes años de penurias económicas. Pasó en el segundo gobierno de Perón, cuando llamó al Congreso de la Productividad y son públicos sus discursos a favor de la austeridad, pidiendo a los argentinos que pararan de consumir y que consumieran solo lo necesario porque el país no aguantaba más. Con Menem pasó lo mismo, los primeros 3 o 4 años de la Convertibilidad, hicieron que Menem fuera reelegido con mayor cantidad de votos que al principio. Y los segundos años fueron penosos y desembocaron en el 2001 en lo que ya todos sabemos. Y con Cristina pasó exactamente lo mismo: cuatro años de Néstor Kirchner, aprovechando una gran devaluación y una disminución enorme de los costos de producción por baja de salarios y jubilaciones, que lo hizo (el presidente Eduardo) Duhalde con (su ministro de Economía) Remes Lenicov y una circunstancia internacional favorable, con la suba de los commodities. El primer gobierno de Cristina ya fue un gobierno con muy poco crecimiento y los últimos 4 años ya han sido un claro desbarrancarse. Es lo que pasa siempre con los modelos populistas, la fiesta primero, y después hay que pagar la fiesta.

En el libro dice que en el peronismo siempre hay una combinación de fanáticos y cínicos. En el caso de Cristina y La Cámpora, que serían los fanáticos, ¿responde a convicciones políticas?

Es difícil estar en la cabeza del fanático. Si hay una convicción genuina es difícil de decir. Cristina ha variado de posiciones muy diversas. Hay declaraciones en los años 90 diciendo, por ejemplo, que (el ministro de Economía Domingo) Cavallo era el mejor cuadro político que tenía la República Argentina. Esto parece poco compatible con el lugar en el que está ahora. Si eso ha sido producto de un cambio de ideas, que es legítimo y razonable, o de la hubris (enfermedad del poder) que le ha producido el acceso al poder, es difícil de decir desde afuera. Vilma Ibarra, que ha sido una conspicua diputada kirchnerista y parte del bloque del Frente para la Victoria durante su carrera parlamentaria, escribió un libro mostrando las contradicciones entre el discurso de ayer de Cristina y el de hoy. Esto es lo que es extraordinario en el mal sentido, que un partido participe alegremente de la furia neoliberal y privatizadora de los 90 y el mismo partido, con los mismos integrantes, participe de la furia populista 20 años después. Esa es una de las tristes originalidades de la política argentina, que pertenece a un país que estamos tratando de dejar atrás.

El kirchnerismo intentó darle la vuelta a la sociedad argentina, pero tuvo muchos fracasos, por ejemplo la Ley de Medios o la Reforma de la Justicia se quedaron a medias. ¿Cuál sería el balance de estos doce años, teniendo en cuenta estos cambios, pero también estas derrotas?

La bonanza de los primeros cuatro años del kirchnerismo surgió de un recorte ortodoxo de los ingresos, que llevó a la pobreza al 57%

El balance es desastroso y el kirchnerismo no ha tenido otra cosa que fracasos. Y esto no son opiniones personales, es un dato objetivo. Argentina ha gozado en los últimos años de los mejores términos de intercambio desde su creación, en 1810. Sumado a eso, un dólar muy barato, crisis en el primer mundo y por tanto tasas de interés internacionales bajísimas, dólares a disposición para todo el mundo, un escenario absolutamente ideal. Y además tomaron el país después de un recorte salvaje de salarios, hecho por Duhalde en el 2002, 40% de inflación con salarios congelados. Cosa que ya nadie recuerda, que la bonanza de los primeros cuatro años del kirchnerismo surgió de un recorte ortodoxo de los ingresos, que llevó a la pobreza al 57%. Esa cifra no es de la Alianza, es de Duhalde. Han tenido todo a favor, han tenido una sociedad dispuesta a permitirles cualquier cosa con tal de no volver al infierno del 2001. Y lo que han dejado es un desastre. Desde el punto de vista social, tenemos entre el 25 y el 30% de pobreza, que son cifras mayores que las de los años 90, un 34% de trabajo en negro, una proporción entre personas que tienen trabajo y población total igual a la de España, con la diferencia que en España quienes no tienen trabajo lo buscan y entran en el índice de paro y aquí los que no tienen trabajo cobran subsidios y no entran en el índice, entonces la desocupación parece mucho más baja, pero es porque cobran subsidios, no es por otra cosa. Además, más de la mitad de los chicos menores de 18 años está en situación de pobreza, la mitad de los chicos que no termina el secundario, un desastre educativo en todos los niveles. Desde el punto de vista de infraestructura, no tienen, en 12 años de gobierno y de soja por las nubes, una sola gran obra que puedan mostrar, la infraestructura se cae a pedazos. Ni que hablar de la cuestión institucional, de las agresiones a la justicia, del ambiente de persecución en que hemos vivido y la división de la sociedad. Corrupción ni hablar, la entrada del narcotráfico a niveles que están aproximando la Argentina a niveles mexicanos. Lo extraordinario es que hemos corrido el riesgo de que ganaran las elecciones a pesar de ello. Espero que esto sea simplemente un punto de partida para un país muy diferente, porque la Argentina tiene posibilidades de ser un país mejor de lo que es.

Con este panorama, ¿es una fantasía del kirchnerismo la idea de volver dentro de cuatro años?

Es una fantasía, pero en la Argentina las fantasías gustan mucho y a veces tienen mucho éxito. Yo creo que en todos los países razonables hay sectores políticos como el kirchnerismo, pero son el 5%, el 10% de la sociedad. Lo original de la Argentina es que llegaron a ser el 54% y a gobernar 12 años y los resultados están a la vista. Yo espero que estos muchachos se vayan el jueves (10 de diciembre), no vuelvan nunca más y se transformen en un lejano recuerdo. Y espero también que el resto del peronismo, que me persigue al grito de que el kirchnerismo no es peronismo, lo demuestre en la práctica. No organizando saqueos, ahora que estarán en la oposición, y si les toca de nuevo llegar al gobierno, no organizando saqueos, que es lo que han venido haciendo todo este tiempo. Así que, si quieren demostrar que yo estoy equivocado, tienen una gran oportunidad y la Argentina y todos se lo vamos a reconocer, si el peronismo pasa a ser lo que siempre debió haber sido, ser un partido más entre otros partidos, respetuoso de las reglas y de las instituciones, y que no se cree la encarnación del pueblo y de la patria. 

“El balance es desastroso y el kirchnerismo no ha tenido otra cosa que fracasos”