viernes. 19.04.2024
dictador

Bignone era el último superviviente de los presidentes que tuvo la dictadura: el primero, Jorge Videla, murió el 17 de mayo de 2013; su sucesor, Roberto Viola, el 30 de septiembre de 1994; y Leopoldo Galtieri, el 12 de enero de 2003

@jgonzalezok | El ex general Reynaldo Bignone, último presidente de facto de la última dictadura militar argentina (1976-1983), murió en Buenos Aires a los 90 años de edad. Había sido internado de urgencia en el Hospital Militar a causa de una fractura de cadera y fémur. Y estaba en prisión domiciliaria cumpliendo la pena de prisión perpetua por numerosos delitos varios de lesa humanidad. Este beneficio le había sido concedido en 1999, atendiendo a su edad, en 2010 volvió a prisión, pero un año después pudo de nuevo volver a su domicilio.

Había llegado a la presidencia tras el clamoroso fracaso de la guerra de las Malvinas, en 1982. El desastre de la derrota, la crisis económica y la creciente protesta social provocaron la caída del general Galtieri. Los propios militares designarían entonces a Bignone para ocupar la presidencia y encontrar una salida a la situación, con el menor costo posible para los militares, convocando elecciones. En ese momento Bignone, que ya estaba retirado, era considerado como politicista. Estuvo en el cargo entre el 1 de julio de 1982 y el 10 de diciembre de 1983, cuando entregó el poder al presidente elegido el 30 de octubre, Raúl Alfonsín, poniendo fin al autodesignado Proceso de Reorganización Nacional.

Pero antes de desalojar la Casa Rosada dictó una ley de autoamnistía -que sería derogada por el gobierno democrático-, que pretendía cubrir a todos los responsables de los horrendos crímenes cometidos durante esos años. Y ordenó destruir todos los archivos que pudieran involucrarlos.

Otro hecho importante durante su período como presidente de facto fue la publicación del Documento Final, en el que los mandos superiores de las Fuerzas Armadas declararon muertos a los desaparecidos. La misma declaración, publicada por los periódicos el 29 de abril de ese 1983, trataba de justificar el accionar de los militares, afirmando que habían sido empujados a la lucha “para defender el sistema de vida nacional”. Y admitía la existencia de errores “que pudieron traspasar los límites de los derechos humanos fundamentales”. Pero dejando al juicio de dios y de la historia -no de los hombres o la Justicia- las responsabilidades de lo que después se sabría fueron crímenes sin antecedentes en la historia argentina.

Bignone era el último superviviente de los presidentes que tuvo la dictadura: el primero, Jorge Videla, murió el 17 de mayo de 2013; su sucesor, Roberto Viola, el 30 de septiembre de 1994; y Leopoldo Galtieri, el 12 de enero de 2003. Solo dos de los militares que fueron integrando las cuatro Juntas Militares que dieron sustento a la dictadura siguen con vida: el ex almirante Rubén Franco, con 90 años, y el ex brigadier Omar Grafigna, que tiene 91.

La presidente de las Abuelas de la Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recordó la entrevista que tuvo en diciembre de 1977 con el fallecido militar, en las gestiones para buscar a su hija Laura, secuestrada un mes antes cuando se encontraba embarazada de tres meses. Bignone, que en ese momento era secretario de la Junta Militar, le habría dicho: “Señora, en Uruguay los tupamaros se fortalecen en sus convicciones en la cárcel, acá no queremos eso, acá hay que hacerlo” (matarlos). Bignone recibió a la señora de Carlotto con un revólver sobre su escritorio.

En el primer juicio a las Juntas, en 1985, Bignone no estuvo acusado, porque la cuarta y última Junta Militar había sido excluida de dicho juicio. Pero la reapertura de las causas durante el gobierno de Néstor Kirchner, lo llevaron al banquillo de los acusados en diez ocasiones, recibiendo en tres de ellas la condena a prisión perpetua. Durante el período de su presidencia había disminuido notablemente la represión, pero pudo ser condenado por responsabilidades en otros cargos durante la dictadura. La primera condena que recibió fue en 2010, cuando un tribunal lo condenó a 25 años de cárcel, por violaciones ocurridas en la guarnición militar de Campo de Mayo. Por allí pasaron entre 3.000 y 5.000 personas que fueron secuestradas y desaparecidas.

La muerte de Bignone se produjo pocos días después de la del ex general Luciano Benjamín Menéndez, que no ocupó tan altos cargos durante la dictadura, pero que se caracterizó por la ferocidad que puso en la represión.

Según el último informe sobre el estado de las causas por delitos de lesa humanidad, que publicó la Procuraduría en diciembre de 2017, los datos muestran una reactivación de las sentencias dictadas: 200 desde el año 2006. De ellas, el 67 % están todavía transitando alguna instancia de revisión

Dicho informe también da cuenta de la persistencia de demoras en diferentes instancias de los procesos, de entre 5 y 6 años para la tramitación de las causas. “Las cifras muestran que, a ese ritmo y como mínimo, la finalización de las causas demoraría hasta mediados de 2024, año en el que se cumplirían 18 años de juicios y cerca de 50 años desde los hechos investigados”, añade el documento. Dada la avanzada edad de la mayoría de los imputados, es previsible que dentro de 16 años estén todos muertos.

Adiós al último dictador