lunes. 29.04.2024
gaza
Foto: Palestina Hoy

En relación al artículo que publicó el pasado sábado en El País, mi admiración y respeto por Antonio Muñoz Molina como persona y escritor comprometido y progresista están fuera de toda duda.

Pero cuando estamos ante un genocidio, de múltiples velocidades e intensidades, que arranca en 1948 con la partición de Palestina y la creación del Estado sionista de Israel, y que ahora se recrudece con la coartada perfecta de los ataques de Hamas al verdugo sionista que lidera el nazi ultrareligioso Netanyahu, la tentación a la equidistancia, al relativismo o la neutralidad nos acerca peligrosamente al cinismo y la complicidad con el genocida.

Jamás tuvimos la tentación de la equidistancia ante el Holocausto que perpetró Hitler y el nazionalsocialismo contra 6 millones de hermanos judíos de la práctica totalidad de nacionalidades europeas. Siempre fuimos e iremos a degüello contra aquella barbarie que puso en duda el carácter humano de nuestra especie.

Con la misma legitimidad moral y firmeza al lado siempre de las víctimas, jamás seremos equidistantes al denunciar y luchar contra el genocidio que sufre el pueblo palestino desde 1948. Afirmaremos y apoyaremos hasta la extenuación el derecho de las víctimas palestinas a defenderse y a atacar a sus verdugos sionistas, siniestramente activos en estas últimas horas en Gaza, no en balde el Estado sionista está liderado por un nazi como Netanyahu, un subproducto humano que confirma un hecho histórico reiterado: nuestra especie puede degradarse hasta extremos insospechados.

Quiero ser deliberadamente reiterativo, cansino incluso, en un momento en el que la causa palestina vuelve al tapete mundial y no podemos ni callar ni cejar en la denuncia de quienes son las víctimas y quienes los verdugos, sin correr el riesgo de que dicha causa vuelva al rincón del olvido y el cinismo internacional multicolor. Al lado siempre de los que sufren injustamente, de los pobres, de los débiles. Ayer, los 6 millones de hermanos judíos de todas las nacionalidades europeas exterminados por Hitler. Hoy, y desde 1948, al lado del pueblo palestino que reclama su tierra, el retorno de sus 7 millones de refugiados y expulsados de ella, su Estado propio, libre y en paz con sus vecinos, su derecho a sobrevivir, a defenderse y a atacar a sus verdugos hasta que cese el genocidio.

Todo lo anterior no son sueños utópicos. Son resoluciones de Naciones Unidas, que hace suyas la Unión Europea y la inmensa mayoría de países de la Tierra. Pero el Estado de Israel se niega a aplicarlas  sin más razón que la de la fuerza y el terror de ser la única potencia nuclear de la zona.

Los EEUU y la UE deben forzar al Estado de Israel a respetar y aplicar esas resoluciones. Es una condición sine qua non para una paz justa en Palestina y para ahuyentar los riesgos cada vez mayores de una escalada bélica tal vez incontrolable. Gentes tan poderosas como Biden o la señora que preside nuestra Unión no pueden seguir haciendo el bocachanclas sin riesgo de caer en la decrepitud moral y en el ridículo y en la complicidad más abyecta con ese subproducto humano dispuesto a que los dos millones de seres humanos que mueren más que viven en Gaza engrosen la lista de víctimas mortales y la de los 7 millones de expoliados y refugiados palestinos desde aquella noche de Mayo del 48 que se consumó la partición de Palestina.

Imagen: @HoyPalestina

Es un genocidio y lo sabéis... paradlo